Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

Llegaba del mar la brisa
en aquella madrugada
y decidí que, sin prisa,
con mi caña y mi sonrisa
me acercaría a la rada.

 

Los drones, mal dirigidos,
combatirán en las guerras
sometiendo a los vencidos,
a los pueblos oprimidos
por quiénes quieren sus tierras.​

 

Son muy ricas estas tierras,
se cultivan desde antaño.
Rodeadas de altas sierras,
pastan en ellas becerras
algunos meses del año.

 

Cuando levanto el cayado
me obedecen al instante,
(como un coche a su volante)
y las guía por el prado
o en la montaña distante.

​

 

En la pradera distante
el pastor la flauta toca
con un efecto calmante
en las cabras que un instante
antes saltaban la roca.​

 

Hay que hacer un gran esfuerzo
para aguantar la mañana
y llegar hasta el almuerzo
sin recurrir al refuerzo
de un café en" Casamarrana".

 

El alcohol Casamarrana,
entre todos los licores
probados esta semana,
es sin dudas el que emana
el mejor de los olores.​

 

No nos huele solo aquí,
su tufillo le acompaña;
yo creo que ya cumplí
cuando el jabón le ofrecí
no sé si con buena maña.

 

Todo el lío se origina
cuando ella no se contiene
y se lanza a la piscina
en contra de su rutina
ya que el jovencito viene.

 

Cuando la tormenta viene
hay que usar el subterfugio
que más a mano se tiene;
a cada uno conviene
el hallar un buen refugio.​

 

He encontrado al fin refugio
contra la angustia y la pena
y no es ningún artilugio
sino un magnífico efugio:
la poesía en mi vena.

 

Trabajo sincronizado
es lo que forma el poema.
Un sentimiento aflorado
con un lenguaje marcado
por la rima y un esquema.

 

Un derechazo directo
al centro de la nariz
es el discurso incorrecto
de quien se cree perfecto
y no valora el matiz.

 

Al final llegó la hora
de batirnos en combate;
en honor de la señora
de mi espada matadora
vas a sentir el embate.​

 

He recibido el embate
de tu espada sobre mi hombro
sin que empezara el combate
y así me has dado remate
tras mi mirada de asombro.

 

Yo recuerdo aquel librito
que leía entre legañas
fue para mí como un rito
que hoy en día necesito
a pesar de las migrañas.

 

Para aliviar las migrañas
lo importante es la rutina;
si estando a oscuras te bañas
masajea tus pestañas,
bebe poca cafeína.​

 

Me gusta la cafeína,
no en cantidad irrisoria
que me resulta anodina,
me la tomo en la cocina
mezclada con achicoria.

 

¡Qué amarga es la achicoria!
¡Hiel vegetal, la cicuta
en la ensalada, la historia
enterrada en la memoria
de algún chef hijo de puta!

P.D.: no me pude resistir.

 

Y qué si ella es una puta
yo la amo con locura;
no me genera disputa
si su oficio lo disfruta
por mucho que diga el cura.​