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El viaje de las Luciérnagas

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Campo Ardiendo, 30 de Junio de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 291

  1. Campo Ardiendo

    Campo Ardiendo Poeta recién llegado

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    El viaje de las luciérnagas
    Sueños, Ficción, Realidad.


    El día que el químico y bacteriólogo francés, Louis Pasteur, libertó a la humanidad del supuesto demonio que la tenía subyugada, (A él se debe la técnica conocida como pasteurización. A través de experimentos refutó definitivamente la teoría de la generación espontánea y desarrolló la teoría germinal de las enfermedades infecciosas.) No imaginaba la cantidad de misterios que a continuación serían develados, en serie, en los próximos años, o siglos. Pocas personas han salvado (y continúan salvando) más vidas que él. Esa imagen diabólica que cabalgaba con libertad por cada uno de los rincones de este universo perdió su auge hasta que fue revelado el secreto del verdadero origen de las enfermedades.
    Empecinados, a los humanos les era difícil comprender que la causa única y auténtica de sus síntomas era producida por la existencia de micro organismos que se encontraban dentro de sus cuerpos, y más complicado de comprender aún, y que no eran figuras demoníacas, sino que al contrario, eran seres vivos que habitaban la Tierra, pero que vivían en plena competencia por existir y vivir, tal como lo hacemos nosotros, que competimos con otros seres que habitan nuestro planeta.
    La tan tradicional figura grotesca que producían las posesiones y los ancestrales exorcismos provenientes de la idea de Dante Alighieri, iban, poco a poco, cediendo terreno a la verdad. Aunque a hoy existe parte de la comunidad mundial que continúa pensando en los conceptos absurdos expuestos en su máxima obra: La Divina comedia. Esta, una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura italiana y universal, es una historia en el mundo material de ultratumba tal como se lo concebía en su tiempo, en donde reinaba la superstición y la superchería como la causa de la problemática mundial.
    El miedo y la miseria espiritual
    Este trabajo de Pasteur y muchos otros como Alexander Fleming, Nicolás Copérnico, era solo el inicio de la intensa búsqueda de la verdad, aunque es sabido que el ser humano, por naturaleza, busca la verdad y que al descubrirla, la esconde, le huye, le teme. Pero ella, la verdad misma, se hace siempre sentir.
    El suculento mundo globalizado y la consecución del poder total
    Esta competencia entre semejantes, la cruel y aguda manera de derrotar las ideas confusas de Sísifo que trato de vencer a la muerte y debió ser condenado al aburrimiento total, son las que han convertido a los Estados Unidos en el país más poderoso del mundo, y a nosotros, los demás, en un simple grupo de humanos que trata de sobrevivir ante las embestidas de la cruenta manera que nos dicen cómo hacer política. Crean partidos políticos que dicen y piensan de manera distinta a su actuar, aunque se manifiestan de izquierda o de derecha, siempre resultan ser la misma idea. Y aunque ellos pelean por hacerse con los derechos por gobernar el poder, resulta a la hora de la verdad, que da igual gane quien gane. Y los llamados imperialistas, asolan tu poblado con bombas nucleares si no te alineas a sus intereses.
    De la mano del filósofo Nietzsche, que ya advertía de dónde emanaba la problemática humana al puntualizar al uso racional del sufrimiento, la creación y proliferación de las sectas religiosas, y el uso de las drogas y alcohol como los factores que han dado paso a la creación de otros factores invasivos como son el poderío gigantesco de la prensa sobre el manejo y control de la población, al falso negocio del narcotráfico, armas, y alta intensidad de migración hacia la tierra del Norte, además, la pérdida de un adecuado estado espiritual regando sobre la población la creación de grandes cadenas mundiales de creencias sectarias y religiosas.

    Algo de la riqueza y la pobreza en nuestro mundo.

    Si la pobreza ronda tu casa, no la dejes entrar. Abandonad las posturas mezquinas y egoístas que solo empobrecen el caminar de tu vida.
    La envidia como defecto de personalidad, pieza fundamental a corregir, tiene su base en la insatisfacción y la inconformidad.
    Y aunque se reconoce a la pobreza como un mal endémico de la humanidad, es menester nuestro, acercarnos a la verdadera riqueza existente: la riqueza del pensamiento, piedra filosofal de la comunidad inteligente.

    Concepción Inmaculada de la belleza y la delicadeza como parte de la condición humana.
    ¿Pero qué de interés tiene para un humano como yo, saber de la vida de las luciérnagas? En apariencia nada, no había interés alguno para hacerlo, hasta que una noche de esas que ocurren, entró uno de esos especímenes en mi habitación y consiguió que pensara en su mediana grandeza. Digo “mediana grandeza” por la manera que se presentaba ante mí en la oscuridad, ¿pero en el día? Me asaltaba la pregunta que había detrás de un insecto que se muestra por las noches con semejante fulgor. Será acaso este mi primer encuentro con la verdad misma que se encuentra velada, a veces oculta, cubierta por subterfugios alienantes que buscan desobedecer los cánones naturales y hacernos creer que las aparentes verdades de este mundo son solamente caprichos propios de los sistemas impuestos y que no podemos acabar con ellos a menos que tomemos nuestra propia decisión de hacerlo, tomar en nuestras manos el control de nuestra vida sin galanteos obscenos a la inmisericordia humana, sin prevenir este mundo de guerras, hambruna y desgracia. Era necesario para mí, reflexionar en esas verdades a medias que en estos días asola a la humanidad entera.
    Al mostrarme su capacidad histriónica y natural, aparecía y desaparecía mientras viajaba de un sitio a otro de mi cuarto, al decir presente por la libertad sobre los bosques, sobre la existencia oscura de los bosques, la grandeza de su manera de existir entre nosotros. ¿Pero en el día?
    Y ese quizás sea tu máximo aporte, querida amiga: descubrir la ruta de las luciérnagas. Presenciar sus intimidades en el día y a veces por la noche, secreto revelado a pocos. Vivir en la gran ciudad en donde puedes sentir que tienes solo el control de una parte de tu vida. Aunque algunos desean controlarte, enmudecen, lloran, gritan y hacen lo posible por someterte. Este es un rito libertario en realidad.
    Loor a mi búsqueda de la verdad absoluta y relativa. Luciérnaga que te muestras en el día con tu extenuante fulgor, y por el día, revelas la grandeza plena de tu natural belleza.

    La natural belleza del Arte como factor de sorpresa ante el diario vivir
    Si concierne admirar la humildad de una luciérnaga por la noche, mayor espiritualidad se consigue al admirar su grandeza por el día. Admirar sus movimientos naturales, y admitir su posición en este mundo, donde competir es parte de nuestro ideólogo diario.

    ¿Y qué es entonces la esperanza? ¿Será solo un valladar lacónico y abrupto de esos que acicalan de manera tierna el cabello húmedo de mi vida? ¿O será simplemente el triste sollozo de un núbil a la hora de merendar en soledad sobre la calzada?
    Vago por los escondrijos oscuros de mi pensamiento buscando un lugar seguro donde colocar la respuesta que no encuentro. Aún cultivo el anhelo que un día partiré y llegaré al lugar que presiento, donde sabré de la esperanza de comprender qué es comprender lo que la esperanza es. Solo creando, comprendo la esperanza. Imposible saber de esperanza sin empinar mis alas y volar, es imposible.
    En realidad el ser humano es en toda su extensión, Incognoscible, irreconocible, insospechado. El ser humano que no conocemos pero que esperamos desarrollar algún día no muy lejano. Cuidado con la moralidad farsante que asola la especie que viste de bastón y sombrero para asustar a la otra elite desolada. Hay millones de formas y maneras de comprender estas letras, pero en todas queda más que claro, que la humanidad aunque muera hoy, mañana emergerá de manera tal que se permitirá repoblar el mundo nuevamente. Triste una parte de la humanidad que cree que muere, que asola su alma con el pensamiento afligido y famélico de la soberbia. Humanidad convertida en necesidad que no quiere dar su brazo a torcer. No somos principio ni fin, pero nos encanta morir, pero tememos morir, nunca hemos sido eso ni lo seremos, sencillamente somos, y nada más. Somos...
    Edgardo Benítez
    Santa Ana, El Salvador
     
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