Un día de lluvia

Siento que dentro de mi, hay como un torbellino de emociones. No puedo explicarlo, pero es una sensación de profunda tristeza. Pareciera que el ambiente está oscuro y aún a pesar que está lloviendo siento un aire extraño en el ambiente. Quisiera tal vez poder descifrar lo que siento, pero es como un vacío. Siento un nudo en el estómago y al cerrar mis ojos debo contener mis lágrimas. El dolor es algo muy real, pero no saber exactamente porque, es algo que no puedo explicar. Cris está con nosotros, y cada ciertos ratos se pone a gemir y eso me afecta bastante. Es doloroso tener un hijo discapacitado. No poder entenderlo, no poder saber porque llora o que le duele. Es difícil a veces y creo con toda certeza que parte de mi tristeza es esa. Cuando me pongo en la realidad y lo miro, es como una espada que atraviesa mi alma. Todavía sufro en silencio cuando lo miro, pero también agradezco a Dios que me da esa fortaleza que me ayuda a seguir. Nos vemos tan bien por fuera, sonriendo todo el tiempo y siendo amable con las personas. Esa es nuestra naturaleza, pero por dentro, las risas son lágrimas que derramo en el silencio de la noche. Sufrir con Dios es algo distinto a sufrir solos. Apenas siento esa punzada en mi corazón, corro a sus brazos y El me consuela. No quiero entender lo que sucede, solo quiero confiar en Dios con Cris y con mi vida. Han pasado 35 años y seguimos con Cris y el dolor en el alma no parece disminuir, solo que ahora lo llevo con la ayuda de Dios. Cuando Cris está contento, yo me alegro mucho pero al mismo tiempo me pregunto por cuanto tiempo estará bien antes que comience de nuevo con sus llantos inexplicables. Siento oscuridad en el alma pero una luz me hace doblar las rodillas y disfruto de la calidez de Su Presencia. El me entiende y me abraza en silencio. Antes, me entraba la ansiedad pero ahora sólo las lagrimas que salen solas por mis ojos, son mis testigos. Cuando camino por las calles y me encuentro con gente conocida, son muy pocos los que me preguntan por Cris. Yo digo, mi hijo es invisible, pero para Ti mi Dios es uno de tus pequeñitos, a los cuales alimenta sin que te lo pida y al cual abrazas cuando nosotros no lo abrazamos. Siento que estás con el todo el tiempo, pero la fe muchas veces no me alcanza para sentir esa paz plena que necesito. Mi alma siempre tiene sed de ti, de tu amor y fortaleza.

Hoy estoy triste, tal vez porque el día está nublado y lluvioso, pero siempre disfruto al pensar que después viene la luz y esa luz eres tú mi Dios amado. Tú me dejas llorar y quejarme en tus brazos, porque mis quejas ya no son un reclamo, sino que son los gemidos indecibles que salen por mis labios cuando mis palabras no alcanzan a transmitir lo que deseo decirte. Ahí estás tú, escuchando mi corazón herido y sanando, cada día sanando con ese bálsamo que sólo tú me das. ❤️


Sigue limpiando mi corazón y revélame tus escrituras. Que no se aparte de mi tu misericordia y te doy las gracias por mi sufrimiento. Yo se que el sufrir me hace bien, porque esta debilidad me tiene cerca tuyo y mis lágrimas me limpian a través de tu palabra. Sigue escudriñando mi corazón y que una gotita de tu sangre sea derramada muy dentro de mi alma, en los rincones más oscuros, para que yo pueda crecer y madurar en tus caminos. Gracias mi Dios. Te amo

 

Gracias ☺️
Son vivencias personales.