En el Reflejo del Agua

Los primeros rayos del alba doran la superficie del lago, creando un lienzo de destellos que parecen danzar. En la calma del silencio matutino, el agua es un espejo que guarda secretos, reflejando no solo el paisaje que la rodea, sino también las emociones que flotan en el aire. Cierro los ojos y me dejo llevar por su murmullo, un suave susurro que invita a la contemplación y al descubrimiento.

Un pato se desliza en la superficie, dejando un rastro de ondas que borran momentáneamente la imagen perfecta del entorno. Sigo su trayectoria, y en su andar despreocupado, encuentro un eco de la sencillez que tanto he buscado. La naturaleza, en su esplendor, me recuerda que los pequeños movimientos pueden alterar la calma, pero también pueden ofrecer una nueva perspectiva.

Me acerco a la orilla y hundo los dedos en el agua fresca. La sensación es revitalizante, como si cada gota llevara consigo la sabiduría de las historias que ha presenciado. En ese instante, deseo ser como el agua: aceptar el flujo de la vida y moldearme con cada cambio, cada desafío que atraviesa mi camino.

Las hojas de los árboles susurran suavemente al viento, y el canto de los pájaros se mezcla en un armonioso canto matutino. Todo parece estar en su lugar, orquestado por una mano invisible que guía el ciclo de la vida. Aquí, en este rincón del mundo, encuentro un refugio donde mis pensamientos pueden ser tan fluidos como el agua misma, donde la conexión con la tierra me recuerda que formo parte de algo más grande.

En el reflejo del agua, veo mis propios anhelos y temores. Reconozco los sueños que a menudo he dejado de lado, atrapados en la vorágine del día a día. Pero el lago, en su serenidad, me invita a recordar que la vida es un viaje, no un destino. Sirve para aprender a soltar lo que pesa, como hojas que caen en otoño para abrir espacio a nuevas flores en primavera.

Cada onda que se forma en la superficie del lago me habla de la impermanencia y de la belleza que se encuentra en cada momento. Con cada respiración, me esmerilo más en vivir plenamente, abrazando las estaciones de mi propia existencia. En este instante, bajo el cielo que se tiñe de colores suaves, me dejo inspirar por el reflejo del agua, recordando que en cada paso hay una lección y en cada mirada, un universo por explorar.

Aquí, en la quietud del lago, las respuestas parecen acercarse, flotando a la deriva como hojas sobre el agua. Y entiendo, al fin, que en la profundidad de este reflejo se encuentra la esencia de lo que soy y lo que puedo llegar a ser.


Rosa Maria Reeder
Derechos Reservados

 

En el susurro sereno del lago, descubro que cada momento es una oportunidad para reflexionar y renacer. La conexión con la naturaleza me enseña a abrazar la impermanencia y a valorar los pequeños instantes que, como ondas en el agua, transforman nuestra perspectiva. Aprendo que el viaje de la vida no está exento de desafíos, pero cada uno de ellos es un paso hacia el crecimiento y la autoaceptación. Al mirar hacia el reflejo, reconozco mis sueños y temores, y decido soltar lo que me pesa, permitiendo que el flujo de la vida me lleve hacia nuevas posibilidades. En última instancia, el lago se convierte en un símbolo de mi propia vida: un espejo que me invita a contemplar, a aprender y a celebrar la belleza de existir, siempre en constante movimiento, siempre en transformación.

 

GRACIAS ALDE MUY AMABLE