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El Último Susurro del Invierno

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Rosa Reeder, 29 de Abril de 2025 a las 9:00 PM. Respuestas: 3 | Visitas: 16

  1. Rosa Reeder

    Rosa Reeder Poeta que considera el portal su segunda casa

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    En una mañana gris mientras el viento lamía las ventanas, el invierno se aferraba a su trono con una tenacidad desgastante. La escarcha cubría los árboles como un manto de cristal, y cada hoja que caía, resonaba como un lamento en el aire helado. Todo parecía detenido en un susurro casi reverencial, como si la naturaleza misma se detuviera a contemplar el paso del tiempo.

    En el corazón de este paisaje adormecido, una figura solitaria se destacaba: Sofía, con su abrigo desgastado y una bufanda que había heredado de su abuela. Las manos, envueltas en guantes de lana, sostenían un viejo cuaderno lleno de páginas huellas de recuerdos. Sofía había venido a este parque invernal, un refugio donde las memorias danzaban entre las sombras.

    Sentada bajo un árbol desnudo, dejaba que sus pensamientos se deslizaran como la nieve que caía suavemente. A cada instante, recordaba risas que una vez llenaron ese espacio, ecos de un pasado que aún eran claros como el día. Aquellos inviernos de su infancia, donde el frío se convertía en una invitación a construir castillos de nieve, a deslizarse por las colinas y a dejar que el frío helara los dedos mientras la felicidad brotaba del corazón. Pero ahora, esa alegría parecía seca, reemplazada por una soledad que se asentaba sobre sus hombros como un pesado abrigo.

    Mientras miraba cómo la nieve cubría la tierra, la tristeza se iba abriendo paso, revelando la ausencia de aquellos que habían compartido esos momentos: su abuela, siempre risueña, y su mejor amigo, cuyas carcajadas un día llenaron el aire de melodías. Ahora, la vida parecía un eco distante, un susurro apenas audible entre el crujir de las ramas heladas.

    Con cada palabra que trazaba en su cuaderno, Sofía intentaba capturar lo que había sido, aferrándose a esos fragmentos de felicidad que se desvanecían en la bruma del olvido. Escribirle a la soledad se convirtió en su ritual; un acto de amor hacia lo que fue y lo que podría haber sido. Un deseo de conservar las memorias, incluso cuando el invierno parecía eterno.

    Al caer la tarde, el cielo se atenuaba, y con cada sombra que se alargaba, el frío se hacía más presente. Sofía, sintiendo la punzada de la nostalgia en su pecho, cerró el cuaderno y se levantó. Caminó hacia el camino nevado, dejando tras de sí las huellas que el viento poco a poco comenzaría a borrar.

    Mientras se alejaba, entendió que la vida no siempre ofrece respuestas, y el invierno, con su fría melancolía, era también un poderoso recordatorio de la belleza que reside en la fragilidad. Con cada paso, abrazaba la tristeza, pero también la aceptación de que esas memorias, aunque dolorosas, formaban parte de su historia.

    El último susurro del invierno resonaba en su corazón mientras se dirigía hacia un futuro incierto, dejando la puerta abierta a la llegada de la primavera. Y aunque el frío aún dominaba su mundo, en el fondo, una chispa de esperanza comenzaba a brotar, prometiendo el renacer de un nuevo ciclo, donde los recuerdos no se desvanecerían, sino que se transformarían en raíces fuertes y profundas, listas para florecer en el momento adecuado.


    Rosa Maria Reeder
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    #1
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  2. Rosa Reeder

    Rosa Reeder Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Así, Sofía se adentró en el crepúsculo de un invierno que, aunque melancólico, llevaba consigo la promesa de un nuevo amanecer. En su viaje de recuerdos y pérdida, aprendió que la tristeza es parte inherente de la experiencia humana, un eco que nos liga a quienes hemos amado y a las risas que una vez llenaron el aire. Cada huella dejada atrás se convertiría en una raíz de su historia, un testimonio de su fortaleza y resiliencia. Mientras el invierno se retiraba lentamente, dejando espacio a la resonancia de la primavera, Sofía comprendió que, aunque el dolor puede ser profundo, también encierra la belleza de la transformación. Y así, con el corazón embellecido por la memoria y una chispa de esperanza vibrando dentro de ella, se preparó para abrazar el cambio, lista para permitir que nuevas flores brotaran de las semillas que sus sueños y recuerdos habían sembrado en el suelo de su vida.
     
    #2
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  3. Alde

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    Me gustó cuando describes un paisaje frío y desolado.
    Y cuando Sofía recuerda momentos felices de su infancia.
    Nos hacer reflexionar en los nuestros, donde permanecieron muchas soledades y nostalgias.

    Saludos
     
    #3
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  4. Rosa Reeder

    Rosa Reeder Poeta que considera el portal su segunda casa

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    GRACIAS ALDE
     
    #4
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