Aunque sean muchos más...

La oposición a la corriente de la ignorancia y la intolerancia me infunde una energía vital y una determinación inquebrantable. Cuanto más numerosos sean los que se aferran a las banderas de la maldad y la intolerancia, más se intensifica mi compromiso con la verdad y la justicia.

La resistencia a la opresión y la difusión de la ignorancia se convierte en un imperativo moral que me impulsa a seguir escribiendo, sin temor a la adversidad. La multitud de aquellos que se dejan llevar por la pasión ciega y la falta de empatía solo sirve para fortalecer mi convicción y mi determinación de desenmascarar su vacuidad ética y moral.

En este sentido, la oposición se convierte en un catalizador que me anima a profundizar en la crítica y la reflexión, y a difundir la conciencia y la verdad.

Estar en el lado correcto de la historia es un privilegio que me impulsa a luchar por la razón y la justicia, sin temor a la obstrucción o la soledad. La mayoría puede optar por el silencio cobarde, pero yo elijo defender la verdad y la dignidad humana, incluso en medio de la adversidad. La cobardía de muchos no hace más que fortalecer mi determinación de luchar por lo que es justo.

La mayoría que apoyó el genocidio y la indignidad humana en Eurovisión es un reflejo de la profunda podredumbre moral que nos rodea. Me regocijo en denunciar y atacar esta maldad, y en luchar por la dignidad humana y la equidad.

 

Son cinco párrafos para leer con atención.
Los cuatro primeros son enunciados claros y razonables. Se pueden decir que lógicos y honorables.
Más la secuencia sigue un discurso propio de un juicio.

Aclaro esto.

Cuando se busca juzgar, se dan primero antecedentes morales. Luego se presentan los hechos. Seguido se presenta la acusación, para luego pedir la pena.
Por otro lado, cuando se busca la verdad se deben evitar los juicios.

Dicho lo anterior el último párrafo es una clara manifestación propia de un fiscal acusador.

Esa es la realidad.

Saludos cordiales.

 

No son mayoría, lo que ocurre es que últimamente el facherío aprovecha todo lo que está a su alcance para hacerse notar, hasta dedicarse a votar en un hortera concurso televisivo;
los adjetivos que mejor lo definen son dos: ridículos y patéticos