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Mi penthouse en Miami

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por A Verd, 24 de Mayo de 2025 a las 8:58 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 29

  1. A Verd

    A Verd Poeta recién llegado

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    5 de Diciembre de 2021
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    Parte I: En el armario

    Las casualidades fatales, los malentendidos.

    Escuchaba un mensaje en el teléfono... Un fantasma que espera un mañana eterno y encantador. Lo macabro escondido en la memoria telefónica, ardiente bajo los circuitos.

    Le oía canturrear. La sartén chisporroteaba como un eco, y el olor de la ropa en el armario me traía recuerdos. Ojalá fuera niño, que nunca hubiera crecido, pensaba.

    Abría cajones, elegía utensilios metálicos. Yo me concentré en el olor de las prendas perfumadas, de los trajes pesados, cerré los ojos… El ruido de la cocina se apagaba, lentamente. Debía de estar ya sirviendo. Dejó de cantar, comenzó a hablar.

    —¡Buenos días!

    Me erguí lentamente.

    —Buenos días. Hola, buenos días...

    Solo probaba entonaciones. No había nadie salvo él. Y yo.

    —Buenos díaaaas...



    Parte II: La araña

    Un suspiro.

    Apoyó los platos sobre la mesa de mármol. Se acercó al armario donde me escondía.

    Pasó de largo, se metió en el baño.

    El chorro de su meada lo consideré fino. No me pareció que se lavara las manos; y de nuevo por delante de mí.

    —¡Hola, amigos! ¡Soy Karlos Arguiñano, bienvenidos un día más! Ejem... ¡Hola, buenos días! (...)

    Fuera llovía, las gotas salpicaban los ventanales. Inmóvil, apenas acurrucado, pensaba si quedarme dormido cuando algo me exaltó.

    Es normal, esto es el campo, me dije. Que haya insectos...

    Pero la araña era enorme y peluda. Recorría mi brazo.

    Lo agité y golpeé la puerta.



    Parte III: Felpa sin blindaje

    Arguiñano abandonó sus prácticas o peroratas, arrastró una silla con estrépito, se trastabilló, alcanzó al fin a pulsar un interfono o algo parecido.

    —¡Hay alguien! ¡Al salón! ¡Hay alguien!

    Sentí la vibración en las escaleras. Dejé de pensar. Salí de una patada, ambas manos armadas con ametralladoras.

    El cocinero, petrificado. Dos tipos enfundados en jerséis negros de felpa irrumpieron por mi derecha.

    Salté tras la barra, descargué sobre ellos en el aire, las botellas caían sobre mí.

    Pronto la estancia quedó en silencio.



    Parte IIII: Buenas noches

    Me asomé. Ambos yacían destrozados, sus jerséis hechos jirones.

    Al otro lado de la barra aún vivía Karlos. Acurrucado, con la vista clavada en mis ojos, preguntándose, quizás.

    Levanté el arma, le golpeé en la sien.

    Cayó inconsciente. Descargué el cargador en su cuerpo.

    Ahora que es solo carne picada, rebusco y encuentro unos cuchillos como katanas, coloridos y enormes.

    Clavo ambos en su cuerpo, y en ellos las cabezas de sus guardaespaldas. O vigilantes, lo que fueran.

    —Buenas noches, cabrón —creo escuchar. No sé de dónde viene esa voz. Me largo a toda prisa.
     
    #1
    Última modificación: 24 de Mayo de 2025 a las 9:03 PM

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