La buena persona

Cuida con mimo sus plantas repartidas por la terraza de su vivienda de doscientos metros cuadrados.

La veo pasear a su perro, cuando hace frío bien abrigado, en el súper le compra lo mejor, visita regular al veterinario, lo deja en un hotel especializado en mascotas cuando se va de viaje, habla tan amorosamente con él como si se dirigiera a un novio, se le rompe el corazón cuando no está bien.

Tiene varios pisos que alquila solo a españoles, nada de inmigrantes, lo único que le importa es que le paguen, no invierte mucho dinero en su mantenimiento, lo básico para que sean mínimamente habitables, total siempre habrá demanda esté como esté la vivienda.

Las circunstancias personales de sus inquilinos, quedarse en paro, por ejemplo, le dan igual. Su filosofía es materialista, si te comprometes a pagar un alquiler lo pagas sí o sí, de lo contrario desahucio.

No tuvo reparos en contratar una empresa especializada para conseguir que dos de sus inquilinos con renta antigua dejaran por fin la vivienda. Cualquier medio vale ante la injusticia de cobrar menos por un alquiler de lo que marca el mercado.

Se considera buena persona porque hay amor en su vida.

Y es cierto, aunque ese amor se lo dedique, exclusivamente, a su perro y a sus plantas.

Está convencida de que Dios, cuando llegue el momento, se lo tendrá en cuenta para entrar en el reino de los cielos.

 

Lo de considerarse buena persona siempre suele ir al gusto del consumidor, seguro que hasta el trump o el netanyahu se consideran buenas personas. He conocido verdaderos ladrones y piratas en los negocios que justificaban su más que dudosa praxis alegando que todo lo hacían únicamente para que no les faltase nada a sus hijos y nietos. El que no se consuela es porque no quiere.

El amor por los animales me parece igual de válido y valioso que el de por las personas, de hecho valoro más la vida de algunos animales que la de algunos humanos (y no soy ningún animalista radical)

En el tema de los pisos y la protagonista de tu prosa, pues en nuestro país hay mucha tela que cortar con ese asunto . Por desgracia (y sobre todo por las "magníficas" leyes que tenemos en España) alquilar una vivienda a alguien poco o nada solvente es un deporte de extremo riesgo, aunque sí, eso de presionar a los inquilinos de renta antigua para que se vayan me parece muy mal (de hecho es un delito)

Y lo de entrar en el reino de los cielos... en fin, si existe tal cosa seguro que en él hay muchos más perros y gatos que personas

Un abrazo, Ramón.

 

Ya lo dijo Luis.
¿Y todavía la gente piensa que de la tierra van para el cielo? Acaso no han entendido que hay citas que dicen claramente: Los justos heredarán: " La TIERRA "
Buena prosa. Saludos.

 

Se narra en los escritos del profeta Karl, que el trabajo muerto, u objetivado, no genera incremento de valor. Y que solo el trabajo vivo genera la plusvalía necesaria para redituar bienestar.

Palabra del Lord.

 

Sobre lo primero que mencionas, sí, cada cual puede justificarse o engañarse como quiera. Aunque a mí y a cualquiera que no fuera el que se auto-engaña proteger tus intereses y los de tu familia con malas praxis(lo que implica joder a terceros) me encaja más en ser mala que buena persona. Pero en fin... Querer más a los animales que a ciertas personas cuyo trato no produce agrado, es comprensible, los perros nos ofrecen fidelidad, cariño, y lealtad sin pedir nada a cambio, las plantas son hermosas y por su belleza merecedoras de atención y cuidados, pero si el trato con los demás seres humanos, como forma generalizada de actuar, se basa en el abuso y el desprecio y el proceder anteponiendo las cuestiones mercantiles a las humanitarias, sin ningún tipo de moral o ética, mal vamos. Cierto que la cuestión de la vivienda necesita otra regulación, que no se base en la especulación y garantice el acceso a la misma de todos los ciudadanos tal y como marca la ley, pero esto es cometido de los políticos que para eso son votados. La parte final de esta obrita tiene un aire irónico o eso le pretendí dar. La verdad es que siempre me llamó la atención esos cuidados excesivos con los animales, casi humanizándolos, cuando hay personas que necesitan solidaridad, apoyo y un trabajo para salir adelante. Gracias, Luis, por comentar. Un abrazo.