LO QUE NUNCA SE DEBE PERDER

LO QUE NO SE DEBE PERDER NUNCA

Relato verídico con moraleja y consejo






Un mal día perdí la cartera y no la devolvió quien la encontró, después perdí el teléfono móvil, que tampoco fue devuelto. El ladrón que encontró el móvil quedó conmigo para devolverle en una estación del metro, cuando llamé a mi móvil extraviado, pero no acudió a la cita. El ladrón que encontró el billetero se gastó unos 250 euros en varias tiendas, hasta que me enteré de la pérdida y llamé al banco para anular la tarjeta. No he recuperado el móvil ni el billetero con todos los documentos, pero no he perdido lo más importante: el buen ánimo; solo he perdido dos cosas, no tres.

Ante un hecho irremediable, la tristeza solo sirve para deprimir el ánimo. Lo que me pasó es más difícil que acertar el premio gordo de la Lotería Primitiva. Es mejor tomarlo con humor.

Aconsejo a todos que guarden el billetero y el móvil en un bolsillo del pantalón muy largo, para que no se caigan al sentarse. También conviene programar la tarjeta bancaria para que no se pueda sacar ninguna cantidad sin introducir la clave en el teclado lector. Y, por último, recomiendo pagar las compras en Internet con una tarjeta monedero, que se carga con una cantidad pequeña, para que no puedan estafar más.



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