A través

Con los gatos en el tejado, en una parte de mi vida que fraguaba la ruina y el mejor de sus momentos para reflexionar sobre el amor y la amistad, ¿cómo podía esta mezcla de sentimientos ser real, si la mayoría de mi vida idealizó todo en mi sistema de creencias? Parecía otra falsedad de la realidad. Desaparecer no parecía sensato, pero en la locura del mundo era el desafío de un ser que, como cualquier otro, no se hallaba en el cuerpo. Pensaba a la mierda el nihilismo, el existencialismo... o todas las formas en que ese pensamiento propio tomara forma. Era un autosabotaje esta avalancha de desafueros. En medio de la noche, me desconocía, estaba rota, como la mayor parte de nosotros. Solo reconocía que todos mis escritos de unos ojos tenían sentidos por su presencia. No puedo pensar en mí misma, estoy harta del amor, estoy saturada de odio.