Alimañas

Los sentidos me orillan hasta un final dependiente y exterminador.

Las paredes me doblegan y no hay salida de este entuerto con mi sordidez.

Mil muecas somníferas esperarán el momento sublime, cuando los fantasmas proactivos de mi mente, laceren virtualmente mis heridas inconsistentes.

Entonces el lado oscuro me llevará sin más premisa que la evidencia sideral.

Surcando ausencias sensibles bifurcando desesperanzas, compilando atmósferas secuenciales, espejando el verticalizado temor inocuo y trazante que deprime al ocio, a la bendita inacción poética de las tardes de invierno.

Allí estaré.

En todos mis negros períodos, estaré.

Son esos pequeños instantes en los que no quisiera ser yo.

Aglutinando la trayectoria inmóvil de mi inteligencia y su lado más siniestro, será preciso coordinar la pasión mórbida, y someterme a las emociones vertiginosas que me deparan los circuitos de la angustia.

Las risas y los tenues sonidos por las noches, se detendrán si me hundo en el mar de los estados contemplados.

Allí, la moderación conspirará y se adentrará hacia los caminos fantásticos, convirtiendo la ira en herramienta, y las ansiedades en dóciles enseres, con los que protegeré mi virtualidad apócrifa, en apariencia alienada.

La confinidad de la bruma, repicará en entusiasmo y la fantasmagoría se habrá editado mecánicamente, mediante un proceso de dilación.

Y una vez más, habré oxigenado y revertido el efecto de mis alimañas, aunque solo por unos pocos instantes.