carta 2

No tienes derecho a decir que no luche por aquel amor que yo pensé extinguido
no tuve la oportunidad de batallar, no me dieron el tiempo.

Mi contrincante aprovechó cada momento que la ventaja de mi desinformación afablemente le regalo.
Cuanto te amaba; tús promesas de fidelidad anestesiaron mis celos que eran los únicos que me mantenían alerta de un posible usurpador

Cómplice fuiste de este asesinato de sentimientos y de futuros taciturnos en mi fugaz existir,
callaste sobre el derroche de elogios que el infracto branquicéfalo valbuceaba y egoístamente pensaste en el bienestar de un sólo corazón.

Cada día cuidaba de tú corazón, lo besaba y le contaba amorosos sonetos de amor que hablaban de lo hermoso que era estar junto a ti, del sueño que de mi realidad me despertaba y de los eternos momentos de romance juvenil.

Te devolví tú corazón intacto en las suaves manos que un día bese. Recogí el motor de mi vida después de buscarlo entre el dolor y la desepcion en el pielago del llanto que tú tierno abandono formó


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