Danza universal

Me parece que fue ayer cuando me encontraba en mi cuarto atándome una soga al cuello... Recuerdo bien ese momento... sentí como la respiración se hacía más difícil, como mi pierna derecha empezó a lanzar patadas furiosas al aire, mi dorso se movía en un vaivén de adelante hacia atrás, mi pierna izquierda simplemente temblaba al igual que mis manos abiertas. La soga que cada vez se apretaba más en mi garganta me dejó lanzar un grito que sólo se escuchó en mi mente... estaba bailando con la muerte. Ella me llevaba con sus pasos en una tonada hermosa que sólo ella conoce, yo como un muñeco de trapo me seguía sacudiendo descontrolado, asustado, más vivo que nunca.


Pensé que me iba al infierno, por lo retorcida que es mi mente, por todos los años que hice de mi esta porquería, por las ganas que tengo de beberme la sangre entera, por las veces que nunca supe que fui bueno y las que fui malo, por tantas noches que serví la luna en mi mesa, me la trague sin saborearlo, simplemente me la trague.


Con ganas de seguir viviendo mi muerte, en un esfuerzo más allá del que hubiera imaginado, lleve mi mano izquierda hasta la soga... la tome fuerte y tire de ella, apretando; Escuche un crujido, como si mi garganta se hubiese roto. Lentamente deje caer mis parpados mientras algunas escenas de mi corta existencia se reproducían en mi mente acompañadas de antiguas canciones tocadas por nativos de los pensamientos. La muerte me observaba, serena, con muchos universos en sus ojos, sonreía, pero sin burla, más bien tiernamente, en un retrato que pareciera escalofriante, pero acogedor, me sentí querido, sentí en ese momento que me perdía en los ojos de ella, que yo mismo era los universos...


De pronto sin quererlo o pensarlo abrí los ojos y me vi cayendo al suelo en cámara lenta, convulsionando hasta estrellar mi rostro contra el suelo, todavía sin respirar, agonizando... sin embargo tome la fuerza más profunda y con mi mano izquierda tome la soga, pero esta vez para soltarla... Una gran bocanada de aire acompañada de una tos imparable, regando algo de sangre sobre el suelo, temblando de miedo... La canción lentamente se perdía en el pensamiento... no volveré a bailar en la cuerda.

 

Para mí la vida resulta tan hermosa que el solo pensar en la muerte me estremece. Aún así reconozco que su relato está muy bien redactado y vale la pena la lectura. Un saludo