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De Vuelta

Discussion in 'Prosa: Melancólicos' started by Nathy Gabriel, Oct 27, 2015. Replies: 1 | Views: 416

  1. Nathy Gabriel

    Nathy Gabriel Poeta recién llegado

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    De vuelta

    Otra vez estaba de vuelta en ese lugar. Ese lugar donde inició todo y todo acabó; lleno de promesas incumplidas, sueños rotos y recuerdos ficticios. Estaba de nuevo ahí, donde tantas veces le había engañado esa falsa proclamación de amor. Ella quería pensar que estar de vuelta no significaba nada, no tenía por qué dolerle estar de vuelta para volver a marcharse cuando saliera el sol de nuevo, no debían haber emociones envueltas, sentimientos genuinos, podía ser solo un deseo carnal satisfecho, un recuerdo de los viejos tiempos.

    Podía ser igual para ella como lo era para él. Solo un par de besos sin significancia, unos cuantos jugueteos, caricias y un orgasmo. Recordar cómo era la vida cuando eran uno solo, en aquel enamoramiento tontuelo que se creía invencible, inmortal. Risas fingidas para decorar de alegría el momento, y un juego de cosquillas para hacer menos incómodos esos momentos. Luego, dejar los recuerdos en la cama, cultivar el hielo en el medio, y disfrutar de la gran libertad y alegría que significaba el deshacerse de los sentimientos para librarse de responsabilidad.

    Pero ella sabía para sí, que no aplicaban en ella esos pensamientos. No quería recordar viejos tiempos, quería revivirlos y mantenerlos. No fingía amabilidad repentina para ligar por un momento apasionado en la cama. Sus intenciones eran reales preocupaciones, preocupaciones por él, porque al final seguía queriéndolo desde sus entrañas. Quería salir a la calle y tener la libertad de saltar a sus brazos y abrazarle con fuerza, propinándole un beso prolongado que solamente rozara sus labios. Quería poder recibirle en la casa con un tazón de comida, un buen postre, una película preparada y una larga carta romántica. Quería poder invitarle al cine y caminar juntos de la mano, por las calles de Cartago. Quería poder gritarle “Te quiero” por la ventana, mientras lo despedía para salir al trabajo.

    Había tantas cosas que quería hacer, pero parte del trato tácito que se hubo formado en esas noches escapadas de casa, cuando estaba de vuelta en ese lugar, era que debía renunciar a esos deseos, si quería mantener lo poco que quedaba entre ellos. Debía ocultarse debajo de las sábanas de su cuarto para poder besar su piel, sin poder decir ni insinuar quererle ni mucho más. Debían quedar sellados sus recuerdos bajo la llave de la puerta de la habitación, guardados en la complicidad de la noche que les miraba apenada perderse en la inmadurez de la juventud.

    Y ella había estado de acuerdo. Aceptó a ojos cerrados el pacto tortuoso que debía seguir solo para poder estar de vuelta una vez más en ese lugar. Sin garantías ni ofertas de una futura conciliación, frente a un futuro incierto que podría no traerle nada más que nuevas penas.


    Estando allí acostada, se sintió apesimada. Las noches a su lado no podían saberle igual de esa manera, pero era mejor que no tenerlas. Un trago amargo de tequila, a eso le sabía el tiempo en ese lugar. Sin limón y sal, solo el licor. Era todo una resaca de nostalgia, de preguntas sin respuesta, de delirios de cambio. La confusión gobernaba su mente. ¿Qué tanto se estaban engañando a sí mismos? Ella en su obstinación de creer que las cosas pronto iban a cambiar, y él en su necedad de negarse a cualquier sentimiento de afecto más allá del placer.

    Eran tantas las ideas que le daban vuelta en la cabeza. Tantas las inquietantes que no le permitían dormir. Si tan sólo pudiera leerle el pensamiento todo sería más fácil. Así podría saber qué tan fingidas eran las risas juntos, qué tan forzados los abrazos, que tan superficiales las caricias, que tan ingenuas sus esperanzas de volver a atrás el tiempo y recuperar lo perdido.

    No podía dejar de pensar en todo eso mientras lo contemplaba, ahí tendido a su lado, exhausto de un día largo y una noche agitada. ¿De verdad podía él creer que ella era capaz de desprenderse de sus sentimientos al estar junto a él? Le era difícil imaginarse a alguien tan iluso. Tan iluso y tan cruel. Era una crueldad imaginar que todos los gestos que ella tenía con él no eran genuinos, como sus sentimientos.

    Pero no era todo eso lo que más le atormentaba esa noche. Era el miedo. Miedo a que saliera otra vez el sol, porque una vez que volviese a amanecer debería marcharse de nuevo. Tendría que renunciar otra vez a la compañía de aquel conocido extraño que se encontraba a su lado. No más besos, si quiera los falsos, no más caricias ni aún si quiera un roce, no más abrazos ni risas, no más juegos ni cosquillas, no más conversaciones largas ni bromas, ni susurros al oído, si quiera de halagos falsos.

    Pronto amanecería, y tendría que marcharse. Serían nuevamente dos extraños que no pueden ni alzarse a ver. Otra vez dejaría de estar presente en los pensamientos de él. Debería volver a su nuevo hogar, y fingir que nada había pasado, con una sonrisa pintada en la cara. Debería partir al salir el sol, por mucho que quisiera quedarse, y este saldría por mucho que ella le pidiera que no lo hiciera. Entonces, dejaría ese lugar, donde todo había comenzado y todo había terminado, hasta la próxima vez que pudiera estar de vuelta. Esa próxima vez que podría ser en unos días, un par de semanas, unos cuantos meses o quizá uno o dos años. Esa próxima vez que podría llegar dentro de poco o mucho tiempo, o que podría simplemente nunca volver a llegar.
     
    #1
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  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Una prosa interesante donde la melancolía queda envuelta en cada frase en un amor que no germinó como producto de una pasión verdadera. Saludos cordiales.

    Qué significa "apesimada".
     
    #2

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