El Bardo

La esmaltada flor de loto se pudre en el corazón compungido del viejo bardo.Éste suelta un alarido de horrible estremecimiento por la nebulosa muerte de su ojizarca amada,la cual es embalsamada por las frías manos blasfemas del dios del averno.El achacoso poeta,de ancestrales tiempos gloriosos que ya han pasado al instante de la vil ruindad,se embriaga para no llorar gotas de sangre.Pero su sincero sentimiento de niño interior lo traiciona y explota en un aluvión de estrelladas conchas marinas,salpicadas con el salitre que coagula el elixir de la vida en sus dorsales cóncavos de tiniebla consagrada.Entonces,se levanta lentamente del férreo suelo cubierto de verdín y otea el firmamento diurno.Desearía de todo corazón que el crepúsculo lo cubriese todo,para observar el hálito galáctico,convertido en asteroide cósmico de su amada que ya yace en descanso eterno tras la fúnebre cortina desgarrada de la todopoderosa Muerte.Pero aún es muy temprano para el destino inflexible darle ese gusto amargo que rememoraría en sus mientes la voluntad multiforme de perderse en el vacío.