El bastardo

I

Llevo desde el 18 de octubre del 2014 bastante complicado, por un lado, está, esta mi vida, dada Quijote, soñando que batallo contra dragones ilusos y que por ahí me espera una Dulcinea desnuda; por otro lado reside en mi desgraciada alma, la perdiz que se me ha escapado al sur de Morona, mi media mitad podría decirse, sin lugar a dudas ¡ella! la eterna princesa de lo inmutable, lo imperecedero, ¡sí! sépase que es mi hija, ella se llama María Alejandra, a quien observo en las montañas o los ríos o la selva, ella es lo único que he hecho de bueno como hombre, el resto no han sido más que bazofias, golpes despedidos con la mano desnuda contra la pared, sangre y carachas, carachas sacadas antes de que sane la herida, tengo cicatrices pequeñas en los nudillos de las manos, en las cejas, en los codos; Henry Miller fue un puto sabio, yo sólo conozco París por fotos, soy un hombre promedio, de talla promedia, de pene promedio, de estupidez promedia pero de alma llena, tan llena que se me desborda.

Sin embargo, me siento a veces, en la armónica disonancia de mi existencia, me siento, como digo, a veces cómo todo un Giacomo, que pretende hacer de la vida, una casuística romántica, ética y moral con la “ Histoire de ma vie”, seduciendo mujeres de todo tipo, o creyendo yo que las seduzco, la mayoría de veces embeleso a mi mano sujetando el mazo, causante principal de todos mis desasosiegos; en esta parte cabe la pregunta ¿para qué?, para que trato de complacer a damiselas en chongos, en el gimnasio o en la oficina; causas directas de todas mis vicisitudes respecto al amor, no, no, no es amor, es sólo sexo, es sólo montar, el problema es que no reconozco que en realidad no quiero a nadie, más que a mi propio júbilo mientras cabalgo.

“El sexo” la agridulce copa que lleva al hombre de las áridas arenas del desierto, a la maravillosa idea de hallarse en un oasis, para después darse uno cuenta que la boca está más seca que el mismísimo polvo que está pariendo aquella fotografía, donde se posa uno creyendo ser feliz, la felicidad no es más que una absurda idea, y de esto, han llegado a unificarse los criterios de los mejores filósofos, aunque tómese en cuenta que la mayoría de estos fueron uno despreciables y solitarios seres; ahorita esta Angie sentada sobre el escritorio, lleva minifalda, cabello suelto, tacones negros ¡mierda! resulta difícil concentrar la mente cuando se tiene de compañera de oficina a una suquita rebuena, - la mente no suele llevarse bien con la verga-.

El amor y la felicidad constituyen el más dulce néctar de eufemismo romántico, llamar al amor –vida- cuando en el desenlace de absolutamente todas nuestras inconstantes vidas se reconoce que es la propia muerte, esa misma a la cual se la lleva apenas unos pasos. No es alegría, es estupidez, yo no extraño nada, de verdad nada, aunque necesito de vez en cuando que me digan que me aman, en especial mi hija, mi nenita de quien temo mucho se convierta en mí, espero estar muerto y podrido cuando sea adulta, cuando pruebe por primera vez alguna droga o cuando sea su primera vez, espero lo deteste, aunque si viene de mí, quizás le encante, sé que estás pensando maldito imbécil, lo sé, soy un perfecto cabron, no soy el mejor de los padres, pero la quiero y la deseo lo mejor que le pueda ofrecer este mundo, incluidos también los placeres.

EL POETA

 

Teodoro, interesante tu relato, pero a la vez complejo. Tuve que releerlo para poder captar el contenido. ¿No será que ya estoy perdiendo el entendimiento?
Bien, pasando al fondo del tema lo que más pude percibir fue la dificultad que tienes (en tu relato se supone) en la relación con las damas, pero lo que más llama la atención es la relación con tu hija. Veo cómo te refieres a ella, con dulzura pero también con amor y sobreprotección, lo que es normal en todo padre. Piensas en el futuro de tu hija con preocupación por todas las cosas que tendrá que enfrentar en su juventud y en su vida adulta.
Gran texto, muy bien redactado.
Felicitaciones.
Un gran abrazo.

 

Teodoro, interesante tu relato, pero a la vez complejo. Tuve que releerlo para poder captar el contenido. ¿No será que ya estoy perdiendo el entendimiento?
Bien, pasando al fondo del tema lo que más pude percibir fue la dificultad que tienes (en tu relato se supone) en la relación con las damas, pero lo que más llama la atención es la relación con tu hija. Veo cómo te refieres a ella, con dulzura pero también con amor y sobreprotección, lo que es normal en todo padre. Piensas en el futuro de tu hija con preocupación por todas las cosas que tendrá que enfrentar en su juventud y en su vida adulta.
Gran texto, muy bien redactado.
Felicitaciones.
Un gran abrazo.

Teodoro, interesante tu relato, pero a la vez complejo. Tuve que releerlo para poder captar el contenido. ¿No será que ya estoy perdiendo el entendimiento?
Bien, pasando al fondo del tema lo que más pude percibir fue la dificultad que tienes (en tu relato se supone) en la relación con las damas, pero lo que más llama la atención es la relación con tu hija. Veo cómo te refieres a ella, con dulzura pero también con amor y sobreprotección, lo que es normal en todo padre. Piensas en el futuro de tu hija con preocupación por todas las cosas que tendrá que enfrentar en su juventud y en su vida adulta.
Gran texto, muy bien redactado.
Felicitaciones.
Un gran abrazo.