El Colector

Billie era muy curioso, su madre siempre lo decía, coleccionaba objetos de lo más extraños, entre ellos recortes de periódicos sobre desapariciones extrañas y muerte desconcertantes, a demás de fotografías sobre OVNIS y agrogramas o círculos de trigo.
Acostumbraba visitar una tienda que quedaba a exactamente 3,825 pasos, desde el umbral de la puerta de su apartamento en el 235 del edifico Rutherford, hasta el mostrador de la tienda, el mismo los había contado cientos de veces. En aquella tienda todo era exclusivo, único y “especial”, había allí desde libros que tenían más de 500 años hasta artilugios de última generación que no salieron nunca al mercado o que comercialmente habían sido un fracaso. La atendía un señor de avanzada edad, encorvado por el escorbuto de blancas canas y mirada risueña, usaba unos lentes de sol que no se quitaba nunca, al que llamaban Sr. Bennett.
Aquella tarde Billie salio a caminar, llevaba un suéter marrón unos Jeans vaqueros y un par de tenis para caminar, luego de dar algunas vueltas decidió ir hasta la tienda del Sr. Bennett para ver si había algo “nuevo”, el día anterior había visto un par de pantuflas con forma de reno que tenían una luz roja en lugar de nariz y le habían parecido graciosas «talvez les gusten a mamá» pensaba.
En el preciso momento en que Billie llegaba, tres sujetos vestidos de forma muy extraña con pantalones de cuero, botas de piel y unas camisas a cuadros, que muy a pesar de no ser Billie un gran conocedor de la tendencias Primavera-Verano, parecían extrañas, salían del establecimiento, luego les vio cruzar hasta la otra acera y entra en un callejón sin salida, vio un destello de luz y cuando se acerco para echar un vistazo y conocer la causa del destello, no vio a nada ni a nadie, entonces hecho a correr hacia la tienda un poco asustado. Entró un tanto despistado pero continuo hasta el mostrador, donde el Sr. Bennett observaba con detenimiento una pequeña caja de cristal y sin inmutarse siquiera, saludó al recién llegado.
—Hola muchacho —dijo con la voz característica de la edad y con la misma parsimonia de siempre.
—Hola Sr. Bennett, ¿Qué es? —preguntó, olvidando el suceso anterior, y fijando con interés los ojos en el brillante objeto.
—Un colector —respondió el Sr. Bennett mientras daba vueltas a la caja.
—¿Un colector? — repitió Billie a manera de pregunta
—Eso fue lo que dijeron, las personas que lo trajeron, que por cierto eran tres sujetos muy extraños ahora que lo pienso y no quisieron llevar dinero ni otro articulo a cambio, además dijeron que era para mi, aunque no se que hacer con el —respondió el Sr. Bennet
—entonces véndamelo y yo podría tratar de averiguar de que se trata —resolvió Billie que seguía con los ojos clavados en el objeto.
—No, mejor te lo llevas y si averiguas algo lo traes y me informas, que yo también tengo curiosidad por saber de que se trata —dijo el Sr. Bennet afablemente.
—esta bien Sr. Bennet en cuanto averigüe algo vengo y le informo todo al respecto — dijo Billie tomo el objeto en las manos y lo puso en una bolsa plástica y salio del lugar, deseoso de llegar a casa y descubrir que era realmente aquella caja.

*
* *
Cuando llego eran exactamente las 7:30 de la noche, los cientos de relojes en su habitación marcaban la misma hora el había logrado que todos caminaran al mismo tiempo con una precisión increíble.
El sol que entraba por su ventana unas horas antes ya no estaba, un vago rumor de coches se escuchaba en la avenida, cerro la ventana, para mayor concentración, recogió algunos libros que habían sobre su escritorio y sacando el objeto de la bolsa lo coloco con cuidado sobre la mesa de cristal, tomo su lupa y una lámpara de lectura y la enfoco sobre el objeto. Mientras observaba escribía en un papel sus anotaciones sobre el objeto, el cual era un cubo perfecto como de cristal, con las aristas muy definidas, a pesar de sus conocimientos sobre cristales no pudo distinguir este, era muy brillante para diamante y transparente y limpio para vidrio. Aunque parecía hueco no era posible determinarlo, apago las luces de su habitación y enfoco el objeto con la lámpara pero para su sorpresa no refractaba la luz ni siquiera pasaba através de el, era como si se la tragara de alguna manera.
Todos los relojes con sus armónicos bailes marcaban las 11:00, Billie se había entretenido tanto describiendo el objeto aquel, que había perdido la noción del tiempo. Quitó los lentes de su cara y tomando el colector se recostó en la cama, sus pensamientos alrededor de esto, comenzaron a volar, le vino a la cabeza el suceso del callejón y poco a poco fue quedando sumido en los brazos de Morfeo.
Una luz brillante sobre su abdomen le despertó ligeramente, pero al instante descubrió que solo podía mover sus ojos, en cierto modo aquello no le era extraño pues continuamente tenía parálisis de sueño, y aunque era incomodas ya se había habituado a ellas, trató de cerrar los ojos para lograr despertar completamente pero al sentir unas punzaditas en el estomago quiso saber que eran, vio como una especie de araña mecánica subía hacia su pecho.
—¡No! —jadeó asustado, al ver que podía hablar se percato de que aquello no era una Parálisis de Sueño, además, podía mover sus manos y pies, pero no podía levantarse. Aquello era como una pesadilla.
Las patas del metálico artrópodo se posesionaron erguidas sobre su pecho y de lo que parecía ser una boca salió expulsado un líquido en forma de red, que fue a parar justo sobre la cara de Billie sedándole al instante. Sus ojos se cerraron despacio y para siempre.

Al día siguiente el edificio Rutherford estaba lleno de policías, la madre de Billie lloraba en los brazos de un oficial mientras sacaban el cadáver de Billie, o lo que quedaba de el, aparentemente todos los órganos de su cuerpo habían sido removidos sin realizarse ninguna incisión quirúrgica, el medico legista declaró muerte natural, porque no existía otra explicación para aquella muerte.

 

Mi Francis, querido amigo poeta y escritor, tu capacidad e imaginación, me dicen claramente, Jolie!!!, cuanto te falta por crecer, sos una nena, estas en pañales y gateando!!, eres muy cruel conmigoo, creas un ambiente, inventas un personaje, le das vida, movimiento, le pones intriga y fuaaa!, me dejas hecha trizas de un solo tirón, te adoro, mil gracias por escribir, me hace feliz que estes aquí.

Un beso...

 

Jolie me sonrojas, como crees que eres una nena, si yo estoy aprendiendo con tigo.