Él dios

Fuera alabanza injuriosa llamarte dios, con esos labios de rosa, despiertas mi inspiración hermosa, brisas con arpas melodiosas el infinito sentimiento.

Las nínfulas se mueren por la pureza, tienes la bendición de Apolo… ¡Eres dios! Arrebatada miro tu belleza, calla mi boca para sentir tus labios, no osando altiva desnudo mis fibras, claro es el nombre marcado en piel, feroz sacrifico de sangre pura, cosecha mi desventura.

Un recuerdo bagó difumina tu sonrisa, una piel disecada difumina tu lascivia, por los pámpanos va la esteta juventud, eternos pensadores soñando lo prohibido, y yo perpleja, me encomiendo a Afrodita.

Abierta de piernas la envidian las sirenas, olas siempre repetidas vuelven y van, melodiosos gemidos escuchan los griegos; semillas con sudor desmedido son plantados, cuerpos con doble vertiente se miran desnudos, pasan sátiros, vestales y entonan himnos triunfales.

Las divinas armonías representan la esencia sutil de los años, en los blancos derribos de Júpiter descasan los inmortales.​