El invisible

Se podía esconder en cualquier parte que quisiera, porque tenía la virtud de saberse esconder y saber hacer silencio.
Era casi imperceptible y solo sensible a ser ignorado cuando no quería que le ignoraran.
Se podía decir que tenía la virtud de ser traslucido y tenía la garantía de no tener conocimiento de que hace mucho tiempo debió dejar de jugar. Acostumbraba hacerlo todas noches en la calle con esos amigos de siempre que le buscaban para divertirse y matar de paso el hambre que todo el tiempo les perseguía. ¡Pobre chico que antes era visible! Sin darse cuenta dejó de ser él un noche de un día, y escondido en el mismo montículo de la basura el tiro liberó el espíritu de su cuerpo y...
y por eso en ciertas noches juega todavía.

 

Mucha tristeza en tu relato. Es conmovedor el final trágico de un ser humano. Buena prosa. Un afectuoso saludo desde Venezuela.

 

Gracias poeta Joblam por su llegada y comentario.


Gracias infinitas.


Elik.