El Otro

En el remanso acuoso de tus penas profundas te desintegras apoteósico con el espíritu sideral de la cavernosa muerte.Es entonces cuando,movido el crepúsculo por el girar loco de la galaxia moribunda, centellea en toda su gloria la mayestática e imponente impresión de azul divino del arconte que gobierna telepática todos tus instintos dirigidos hacia un único fin:el nacimiento aberrante de un doble tuyo que no dudará en chupar toda tu sangre:bendecida por el poniente murmullo de los cipreses cuya santa alcurnia ensombrece a la luna de verde topacio.Tú,atemorizado,querrás escapar con tus alas de angelical querubín piadoso hacia el estrellado firmamento de lágrimas que caen sinuosas para lavar de faltas a la quejumbrosa tierra;pero tu otro yo te espera sonriendo macabro en el cementerio donde millones de esqueletos,saliendo de sus salitrosas tapias de musgo podrido,ríen a mandíbula batiente por la ausencia de la osada iracundia que debería encender en flameantes llamas tu corazón aún no corrompido por la vanidad de un alma que osa ensalzar su valor más digno hacia las praderas elevadas en levitación extática: allí se fragua la tormentosa pasión quejumbrosa de ese no-yo que,ennegrecido,terminará por consumir tu esencia eternal y te despojará de la gracia divina para encarnarte en un nuevo amanecer que daría salutífera alegría a la santa osamenta de túnica corroída por el paso lento de los fugitivos siglos.