El Sabbath

El infinito cielo púrpura del magno sepulcro crepuscular se cierne sobre la aldea maldita,donde hombres y mujeres sin ojos barruntan el obscuro tacto de sus manos febriles y exangües.Los niños,guiados por malévolos elfos van al encuentro,en la espesura del bosque milenario,del cornudo demonio que bebe sangre de una cornucopia de blanco marfil.Entonces,se escucha un estrépito de lo alto.Es la borrasca que ya se acerca con sus despampanantes truenos y relámpagos de odioso eco calamitoso.Cae un incendiario fuego cavernoso que quema las laceradas carnes de los infantes,mientras el incubo maligno ríe para sus adentros con una hilaridad descomunal.Se va derritiendo la grasa de aquellos,ya hechos papilla,para que las horribles brujas de nariz aguileña y lunar rojizo hagan en la hoya de las calamidades el ungüento para,una vez frotado en la escoba ir volando raudo al Sabbath. Allí les esperan neófitos robustos de las más altas esferas de la sociedad,incluso curas y sacerdotes reconvertidos,sólo en la noche,a la aberrante religión del mal.Se entregan desnudos a los pecaminosos actos de sodomía y,cuando llega el alba,ya se evaporaron en un tenue velo de grisáceo olor fétido,diluyéndose al compás del pálido semblante del sol.