Grajeas

El llanto vuelve a caer por una hendija contractiva, tal vez imaginaria, mientras los sentidos deambulan a destiempo.
La neurálgica voracidad del placer automático irá entumeciendo cada pensamiento idílico.
Hasta que la tosquedad de los espacios exhiba su delgada luz sobre el misterioso juicio del sonido, citaré en mi poesía incárnica la búsqueda y la llave a través del silencio.
Aquella putreda nitidez inherente se mostrará extinta, consagrada a dilapidar los espacios exactos.
Entre tanto me refugio deproyectado hacia un mundo absorto, montado en frágiles miedos sómbricos, estimulados por bellas melodías infra sensitivas, retro dirigidas por el inconsciente.
Sobre la pared seguirá filtrando cada noche el rostro ansioso de la muerte, sobre cientos de paredes fantásticas.
Quizás la espera insinúa una prisa inminente.