Hoy

Hoy me despertó la luz del sol en la cara. Estuve a punto de enfadarme y darme la vuelta, pero la rendija de luz era persistente, cálida, suave e invitaba a levantarse. Lo hice de mala gana. Levanté la persiana y abrí la ventana y por ella entró el sol de la mañana, a chorros, como una canción que acompañaba la melodía del gorjeo de los jilgueros que anidan entre las masiegas que hay junto al estanque del parque. Llevaba varias semanas sin salir de casa, el mal tiempo, el poco ánimo… todo me servía de excusa para quedarme encerrado.


De modo que tomé una decisión. Hoy sería capaz de salir a la calle. Desayuné como todos los días y, después de afeitarme y darme una buena ducha, busqué qué ponerme en el armario. Era una mañana espléndida y yo tenía que estar a tono. Saqué el traje de lino beige, la camisa de algodón de vestir, el sombrero panamá, la pajarita azul y los zapatos entretejidos. Me llevó un rato componerme mas, cuando me miré al espejo, pensé que había merecido la pena. Tomé el bastón de ébano y bajé con parsimonia las escaleras. En la puerta de la calle, tuve un impuso de volver corriendo al refugio hogareño, pero, venciéndolo, abrí la puerta y salí al paseo. La mañana me saludó con una inundación de luz. El vecino de la casa de enfrente, que paseaba a su perro, me dio los buenos días con una sonrisa. Otra vecina, se detuvo unos instantes a mi lado para preguntarme qué tal me encontraba, ya que hacía días que no me veían. La comenté que me encontraba estupendamente y se despidió presurosa, pues tenía que ir a hacer la compra y no quería entretenerse mucho.


Encaminé mis pasos hacia el parque, no es muy grande, pero para nuestro vecindario está muy bien. Tiene álamos, lilares, castaños de Indias, sauces llorones que bordean un estanque en el que nadan plácidamente carpas irisadas que brillan con destellos cuando les da el sol. El parque es muy agradable, mantiene una temperatura fresca, que nos aleja del calor intenso de las calles y avenidas. Por alguna razón no es muy visitado, supongo que ser una zona nueva de la ciudad con una mayoría de vecinos jóvenes y ocupados, explica que los mayores disfrutemos en casi soledad de su existencia. Bueno, nosotros y los más pequeños, a quienes sus madres sacan en los carricoches, así como a los pequeños de la guardería, quienes uniformados con sus babis rojos y sus gorras de rayas salen de excursión desde la “guarde” hasta la zona de hierba del parque, agarrados de dos en dos a una larga cuerda que guían las dos encargadas de cuidarlos. Hoy, se han sentado sobre la hierba y cantan al unísono canciones infantiles. Por el paseo principal, me encuentro con María, que fue paciente mía hace ya varios años y que se vino del pueblo a la ciudad para ser atendida por su hija. La llevan en silla de ruedas, pero no ha perdido el interés por las cosas, ni la memoria. En cuanto me ve, me saluda y me detengo junto a ella, para preguntar por su familia, por la gente del pueblo que conozco y ella me da cumplida cuenta de todo. Nos despedimos y sigo con mi paseo, encontrando la sombra de los castaños de Indias, que cuajados de minúsculas florecillas, se desprenden con el poco viento que hace los pétalos diminutos, dando la impresión de que una nieve cálida y agradable cae sobre nosotros. Junto al estanque he visto que dos lavancos despistados se han lanzado al agua; probablemente van de viaje y el estanque les ha tentado con sus aguas cristalinas para descansar.


Tras caminar un buen rato, agradecido al sol mañanero, me dirijo de nuevo hacia casa. Ha sido maravilloso respirar aire fresco, conectar con otras personas, contemplar a los chiquillos en sus juegos y ver, en definitiva, reír de nuevo la primavera. En el portal me encuentro con Belén. Se alegra de ver que he salido, me da la mano y subimos juntos hasta nuestro piso. Mientra abría la puerta, la he visto sonreir.

 

Que agradable paseo...

 

Gracias por acompañarme en este paseo. Un cordial saludo.

 

El hogar siempre es el refugio, en mi caso es al revés, me cuesta salir de mi huerto-jardín, y cuando salgo quiero volverme pronto.
Pero conociendo la hermosura de ese parque tan bendito con el que cuenta tu ciudad, es más que lógico que allí la primavera se luzca con todos sus brillos y sus ánimos mágicos, haciéndote una invitación imposible de rechazar. Además creo que el rayo de sol que entró por tu ventana es su cómplice y aliado. Me gustó mucho ese momento de la prosa.
En cuanto a otra ventaja de salir, es lindo intercambiar energía con gente buena, así sí es un placer dejar la comodidad hogareña por algunas horas y renovar el propio aire.
Ver sonreír a los demás, cuando la sonrisa es diáfana, también es un regalo de la vida.
Será que a medida que se crece se aprende a observar y valorar cada acto como si fuera un rito.
Me encantó ver a tu entorno reflejado en estas palabras, siempre me alegra verte publicar y es una alegría grande.
Abrazo con admiración

 

La alegría de la naturaleza es contagiosa estimado poeta. Un bello paseo y la energía vital se renueva. Bello relato. Un abrazo amigo.

 

Buenas noches
Unas hermosas letras me pones en mi nueva entrada
Gracías
Un saludo

 

Una obra absolutamente hermosa y profunda!!! Los seres humanos no nacimos para estar encerrados y solos, tenemos nuestros 6 sentidos (aunque la intuición no se tome como uno de ellos, para mí, sí lo es) a pleno y de ellos debemos gozar, la vida nos ha regalado su paisaje perfecto como lo describe maravillosamente en su relato y es un pecado contra uno mismo no disfrutarla. Felicitaciones Luis por su magnífica prosa, saludos Daniel

 

Es este un ejercicio de redacción. Contar en palabras sencillas y llanas, lo que es salir de casa una mañana. Me gusta imaginar situaciones y poner en mis prosas lo que imagino y lo que realmente veo, pasado por el filtro de mi modo de ver. Es como hacerse uno un mundo a la medida, pero en nuestras historias, eso lo podemos hacer. Muchas veces, sitúo la historia en un entorno reconocible, pues de esa manera doy a conocer el medio en el que me muevo, otras, dejo que la imaginación se dispare y cree mundos. Hoy tiene mucho de mí; de mi vida cotidiana, de las cosas extraordinarias que ocurren todos los días y que no nos damos cuenta de lo maravillosas que son, hasta que una pandemia nos mete en casa y las perdemos. Soy de la opinión de que hay que ir por el mundo con los ojos abiertos y los oídos atentos, porque así descubriremos la magia que nos rodea.
Gracias por tus palabras, Cecy, por tu lectura siempre atenta y tu amable comentar. Siempre es estupendo encontrar en mi rincón tu presencia. Un fuerte abrazo.

 

Cuando salimos de nuestro cascarón y nos encontramos con la vida, ésta siempre nos sorprende. Gracias por recorrer estas líneas y dejar un comentario. Un abrazo, poeta.

 

Siempre buenas noches Fabiola. Gracias por tu huella preciosa en mis letras. Un beso.

 

Gracias por recorrer mis letras y dejar este comentario Daniel. La vida es para vivirla, disfrutando de todas las cosas sencillas y maravillosas que nos ofrece. Ese es el mensaje de este paseo, que podemos encontrar auténticas maravillas si vamos con los ojos bien abiertos. Un fuerte abrazo.

 

Que maravilloso momento relatas Luis, es tan hermoso disfrutar de una mañana soleada,
salir a compartir con la naturaleza y las demás personas que nos llenan de energía y de luz,
a mi me encantan esos paseos matutinos, los hago con frecuencia porque los necesito para
seguir viviendo, tal cual. Gracias por compartirnos tus mágicos relatos. Besitos cariñosos
apretados en tus mejillas.

 

Es casi el día a día. Levantarse, arreglarse y salir al mundo como una aventura cotidiana. En este rincón de la prosa, donde pocas miradas llegan podemos hacer algo de magia con las palabras. Así el contar algo cotidiano, se convierte en un paseo por mi mundo para aquellos que están lejos de mí.
Muchas gracias por llegarte a esta líneas, leerlas y dedicarme tu tiempo.
Un fuerte abrazo y muchos besos.

 

Muy agradecido por tu acercamiento a este relato. Es un día cualquiera de una persona cualquiera en alguna ciudad. Me gusta dan un ambiente y un espacio a la historia que narro y con tramas sencillas, salen historias creíbles.
Gracias por tus palabras, siempre son un aliento al tiempo de seguir escribiendo.
Un gran abrazo y mis mejores deseos para estos días.

 

Hay situaciones que provocan que uno quiera quedarse en su nido y cualquier excusa es valedera. Pero una vez bajo el sol, rodeado de la naturaleza y gente sonriente uno se queda preguntándose porque no habre salido antes.
Es un bello relato, con una descripción exquisita que nos has compartido Luis. Un gran abrazo con sonrisas.

 

Gracias por el abrazo y por la sonrisa. Es lo mejor que uno puede esperar de un lector. Mi agradecimiento también por haberte acercado hasta estas líneas y haber recorrido en paseo por el parque a mi lado. Un abrazo.

 

Ayyyy Luís qué excelente y mágico paseo he dado contigo, acompañarte en él ha sido todo un privilegio en el que aprendo a valorar la importancia de salir cada día a respirar aire puro, a aprovechar esos rayitos de sol que te fortalecen los huesos y te doran la piel aparte de la alegría que te aporta su claridad, ayyy poder disfrutar de un parque cercano, de los animales y plantas que viven en él, del encuentro con personas conocidas, y de la naturaleza es todo un privilegio, un deleite y un placer.
Mil gracias querido amigo por compartir estas maravillosas letras con nosotr@s y permitir que nos recreemos con tu talentosa pluma en tu sapiencia y arte sin igual.....muááááckssssssss....

 

Muchas gracias, Isabel, por dar este paseo conmigo. Muchas de mis mañanas son así. Salgo al pequeño parque que hay al lado de mi casa y veo a las gentes pasear, leer un libro y a los peques de la guardería, salir en fila a jugar un rato sobre la hierba.
Estas son las cosas pequeñas que nos hacen sentir muy bien. Gracias por acercarte a mis mañanas. Un abrazo enorme y un montón de besos.

 

Wouuu Luis, ¡Qué paseo!. Deberías abandonar la pereza y hacerlo a diario. Me ha encantado leerte. Un abrazo con la pluma del alma. Buen día

 

Amigo José, así son la mayoría de mis mañanas, con un libro que me acompaña el rato que me siento en un banco del parque. Gracias por tus palabras. Un cordial abrazo.