La Estatua

Impasible. Aquella estatua pagana resistía las inclemencias del tiempo de dos milenios. Estaba situada en lo alto de un risco; donde se estrellaban las olas iracundas de la mar rojiza. Ante tal portento escultórico los cristianos no sentían más que odio. Mientras que los hombres cultivados en las enseñanzas ancestrales tenían una devoción como ningún mortal había expresado; desde el momento en que tales creadores del ídolo marmóreo la habían esculpido. Por el día, la escultura recibía la fuerza magnífica de los rayos áureos del sol. Era en ese preciso momento cuando las gentes de remotas tierras venían en peregrinación hacia el sacro lugar; para dejar presentes como flores aromáticas, incienso y oro. Pero una noche, los seguidores de Jesucristo decidieron destruirla. La luna insondable cubría el vergel donde se hallaba situada. Con iracundia maldita intentaron desfigurar tal bella creación con punzón de hierro y martillo. Pero no eran capaces. La densidad de su cuerpo cobró vida y, moviendo sus brazos hasta ahora inertes, cogió a uno y lo ahogó. Mientras que los demás corrían en desbandada para no caer en peor suerte. Como el primero que había osado destrozarla.

 

homo-adictus, tal antiquísima estatua era el ferviente objeto pagano de adoración por parte de las gentes que sabían apreciar su belleza rayana en la majestuosidad. Iban a ella en signo de seriedad sagrada para presentar cumplidos regalos. Pero los cristianos la odiaban porque seguramente incitaba para ellos a la idolatría. Obscurecía la santa adoración para el Dios verdadero según su intuición religiosa. Por eso querían destruirla. Pero, los muy cobardes no se atrevían a realizar tal flagrante plan por el día. Pues temerían que las gentes del culto les echasen mano y los apaleasen. Decidieron masacrarla por la noche. Pero al menor intento, la escultura cobró vida y segó la vida del primero mediante un abrazo de paupérrima mortandad. Para escarmiento de los demás. Que escaparon de tal portentoso milagro. Atentamente Edouard.