La Partida

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La Partida ​

Me comprendo bajo la sospecha, de que nada se puede ocasionar en la duda de lo cierto, pero cabe lo más necio entre aromas de maldad. Se quedó la blanca sábana de negra singladura, y después de echar la siesta todos fueron al sermón… Un cura en su tesitura pregonaba algún perdón, de lo que era un alma pura y lo impuro incomprensión. ¡Váyase usted a la mierda! reverendo redentor, y quédese con la mala hierba, que la buena sólo soy. La salve cedió su salvado a un Judas que es traidor, y me fui crucificado por el cura y comunión. Tan sólo hubo un parado, tan parado como yo, que dijo casi gritando: ¡Primero… primero resucitó!