La Profanación

Desde el fondo insondable de la tumba de un héroe ancestral emanan murmullos gamberros de terror y congoja.¡Ay de aquel que los escuche en la noche aciaga de relampageante paroxismo invernal!.Pues su alma quedará petrificada en el miedo que corroe cual una culebra maligna que centellea chispas de ponzoñosa visión avernal. Pero hay uno de entre cientos de pueblerinos supersticiosos que se atreve,en su sagrada efigie de profeta sepulcral,a vagar en una noche de incierto brillo esmaltado por el camposanto donde descansan los restos de tal entidad muerta.Coge una pala y se pone sudoroso y nervioso a cavar como un íncubo esquizofrénico,para contemplar,aún que sea en un instante teñido de locura psiquiátrica,tal abominación que ha dado la tierra:la juventud se marchita en la antesala de la muerte como un muérdago bañado en vil alcohol. Cuando contempla la osamenta,su tez se vuelve de una blancura mortuoria que lo condena a caer a él también en la fosa donde Satanás y su vasallo,por pacto estipulado en la floreada vida que ha pasado como un vendaval lúgubre de invierno incierto,absorben las lombrices malcaradas para a continuación berrear como réprobos de condenatorio eco lastimoso pero magistral.