La Razòn

La Razón y la Superstición


Isaac y Jaime eran dos amigos que convivían juntos desde mucho tiempo. Isaac era mayor que Jaime. Los dos amaban la vida, no se querían perder de nada. O de más nada.

Jaime estaba atento a las señales. Si se avecinaba tormenta hacía, en el fondo de su casa, una cruz de sal. Modifico su cuarto para levantarse siempre con el pie derecho. Jaime era de los que decían: Hay que creer o reventar.

Isaac también estaba atento a las señales. Pero buscaba incansablemente, estoicamente, tal vez, la demostración real. Si no la encontraba, tarde o temprano, terminaba abandonándola. También modificó su cuarto, para levantarse siempre con el pie derecho. Pero cuando años después tuvo, por otros motivos, que cambiar su morada ya no tuvo en cuenta ese detalle, sobre todo, porque ¡ya no podía pagar el alquiler anterior!. Isaac, era de los que decían: Ver para creer.

Cierto día, los dos, caminaban por el monte. El día era maravilloso. Los colores de esos frutales, el aroma de las frutas y azahares. Conversaban y se notaba la autoestima alta de los dos. Jaime estaba visiblemente más inspirado que su amigo. Isaac caminaba maravillado por el regalo de la naturaleza. Jaime volaba. Lo vivía como una inspiración poderosa.

Al pasar por debajo de un árbol se les cayeron en la cabeza unos frutos. Los dos siguieron caminos distintos.

El que golpeó la cabeza de Isaac estaba todavía más bien verde. El que dio con la cabeza de Jaime estaba tan pasado que casi no sintió el golpe.

Los dos creían que el otro había tenido más suerte.

La autoestima de Jaime dio contra el piso. ¡Que señal más devastadora!. Un fruto en la cabeza y encima pasado. Todo el día arruinado.

La autoestima de Isaac, también dio contra el piso. Claro, ¡le dolió!.

Jaime jamás volvió a caminar por esos bosques. Esa fue su lección.

Isaac, en cambio, no faltó una sola tarde desde aquel episodio. Volvía una y otra vez, caminaba el monte de punta a punta. A veces, se paraba tercamente debajo de los frutales.

-Camina en aquella dirección, que ahí lo vas a encontrar-, le solían decir a quien preguntaba por él.

Un pintor que retrató el bosque pinto a Isaac debajo de un árbol.

Hoy hace 400 años.

¡Qué maravilla el mundo con su teoría de la gravitación universal!. Y sus tres leyes fundamentales:

1) Todo cuerpo tiende a permanecer en su estado de equilibrio. ¿De reposo? O de ¿movimiento rectilíneo uniforme?
2) Fuerza es igual a masa por aceleración. F= m x a (cuanto más me muevo, ¡más fuerza tengo!).
3) Toda fuerza aplicada a un cuerpo genera otra de igual intensidad (si trabajo, el ambiente reacciona, ¡se modifica!).

No sé qué paso con la autoestima de Jaime, Pero la de Isaac…

 

Ah, reflexión interesante y muy didáctica. Buena frase final.
Bienvenido y saludos!!

 

buena dosis de razonamiento empírico, gracias por el aporte.
saludos
tyngui sanchez

 

Gracias Mave, estuve leyendo algo tuyo también y esta bueno. Gracias me siento bienvenido

 

Me alegro que te halla gustado tyngui. Un abrazo Alejandro.