Malaquias ii

EL VERGEL DE ALSEIDE

En ese mundo primigenio hacia semanas que no se hablaba de otra cosa, las azañas de de un diablo llamado Malaquías. Que si Malaquías había escalado el monte mas alto, que si Malaquías había ganado al juego de los acertijos a Merlín (el druida mas antiguo), que si Malaquías había aprendido a respirar bajo el agua, que si Malaquías había convivido con los seres marinos, que si Malaquías avía cruzado tal desierto, que si Malaquías esto, Malaquías lo otro. Eran tantas las noticias y tantos los sitios donde había estado, que si uno se paraba a hacer un pequeño inventario, se daba cuenta de que la mayoría debían de ser falsas, ya que le situaban en extremos opuestos del continente en un mismo día y en apenas una semana hubiese circunvalado el inmenso continente diez veces, pero nadie paraba cuenta en eso, todos los seres del planeta querían saber de sus gestas, a unos les interesaban mas unas y a otros otras, las monas se destornillaban con las bromas que teóricamente gastaba a diario, a los felinos les intrigaban las noticias de nuevos territorios recónditos y lejanos, algunos hombres valoraban mas sus gestas físicas a otros sus conquistas intelectuales pero todo el mundo estaba esperando encontrarse a alguien fuera ave, animal o humano que trajese nuevas de el.
Malaquías vivía ajeno a su creciente fama, de echo de haberla conocido hubiese hecho lo posible por desmentir la mayoría de cosas que se contaban de el, simplemente estaba inmerso en su viaje iniciático, a la espera de encontrar a la mujer idónea para casarse y formar una familia, tal y como habían echo sus padres y los padres de sus padres, pero no tenia ninguna prisa en encontrarla, le gustaba su vida ambulante y pensaba que los días estaban llenos de experiencias por vivir y placeres que disfrutar, así que simplemente deambulaba en busca de nuevas aventuras... Uno de los pasatiempos favoritos de Malaquías era cambiar su alma por cosas terrenales y luego hacer que se la devolvieran con sus acertijos, sus zalamerías y sus artimañas de joven galán, recuperando así su alma y gozando de lo que fuera que se le antojara.
Un día de primavera paseaba aburrido por el vergel más exuberante y fecundo, que había podido visitar en toda su errática existencia. Iba preguntándose quien seria el jardinero o jardinera que lo tenía tan bien cuidado, cuando de repente se topo de frente con la criatura mas hermosa que hubiera podido imaginar. Era Alseide un hada conocida a la par, entre los suyos, por su belleza indescriptible y su dominio de las artes y oficios de las hadas. Alseide poseía además una inteligencia curiosa y despreocupada, que en sus experimentos de alquimia igual le había servido para encontrar el secreto de la trasmutación de los elementos, como para haber destruido su palacio varias ocasiones, en busca de nuevas formulas, con épicas explosiones que llegaron a oírse hasta en el fondo de los océanos y como en sus tiempos de alquimista novel este encuentro iba a causarle grandes dolores de cabeza. Viéndola Malaquías creyó marearse al notar las sensaciones que recorrían su cuerpo, esas sensaciones eran algo nuevo para el, tiempo después en un mundo mas gastado y experto donde la inocencia de estos primeros tiempos seria añorada melancólicamente, logro reconocerlas como algo parecido al miedo, pero probablemente aún habiendo reconocido dichos sentimientos no hubiese podido resistir la tentación y al recuperar la compostura sintió la necesidad de jugar con el hada a su juego favorito, para poder robarle un beso. Ni corto ni perezoso puso su mejor cara de actor y con voz profunda y sensual le propuso a Alseide que aceptara su alma a cambio de unir sus labios por un segundo. Ella que no le andaba a la zaga ni en seductora ni en traviesa, vio la oportunidad de bajarle los humos a ese arrogante diablillo, del que todo el mundo hablaba, que creía se mas listo que ella. Así que acepto, con la intención de hacer sufrir al ángel caído lo indecible antes de devolverle el alma. Dando le una lección de humildad, sin mala intención, tan solo por el puro placer, de darle a probar de su propia medicina, a esa desvergonzada criatura. Cerrando pues ambos los ojos y previa entrega del alma del diablo, se dieron un beso que finalmente fue largo y apasionado que a la postre cambiaria el destino de ese incipiente mundo.

Acabo ese beso como acaban todas las cosas buenas de la vida, demasiado pronto y demasiado mal para ambos, porque justo después de separar los labios los dos se miraron y por motivos incomprensibles para ellos, ya no pudieron sostener sus vanidades ni un segundo más. Así que Alseide quiso devolverle inmediatamente el alma a ese diablo tan tierno y noble en su fondo. En cambio Malaquías vio su alma demasiada poca prenda para tan sublime momento y sintiendose miserable por haber pensado en recuperarla seduciendo a tan dulce criatura no quiso aceptarla bajo ningún concepto y se fue sin ella por donde había venido, con una herida tan grande en el corazón que hasta se sintió afortunado de no tener alma seguro de que el dolor seria mas intenso con ella. Se quedo con la misma sensación Alseide maldiciendo el momento en que decidió aceptar el trueque de Malaquías.