Mater dolorosa.

[FONT=&quot]MATER DOLOROSA.​

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Erase una vez un hombre que de vez en cuando, y como todos los hombres, lloraba. Nada hay de extraño en esto, es cierto. Lo singular del caso era que en vez de las habituales lágrimas, por sus ojos brotaban una a una, las arrobadoras notas del STABAT MATER DOLOROSA de Pergolessi, con sonido de alta fidelidad y 4:40 de duración. La belleza de tal suceso se veía empañada solamente por uno que otro sollozo incontrolable por parte del hombre (y algunos más por parte del público, que por lo general eran amigos y familiares, pero que poco a poco fue creciendo conforme se difundió la noticia de aquel llanto excepcional), largos y melancólicos suspiros, y un pueril, pero necesario, coro de narices moqueando y pañuelos en fortíssimo, improvisados de cuando en cuando por las abuelitas al borde del desmayo y por los niños que eran llevados a la fuerza por sus padres, para educarlos en la buena música sin que tuvieran que pagar boleto.
En realidad la mayoría de los asistentes no sentía la menor inclinación por aquella música, y en el fondo preferían tonadas mas alegres, pero bastaba para sacarlos de la rutina y para sentirse importantes, informando a cada nuevo oyente que lo que estaban escuchando era la triste historia del sufrimiento de una madre abnegada y generosa y de su hijo, ingrato, cruel y desalmado, un tal Pergolessi, quien tras haber muerto y por sus malas obras vagaba desconsolado en noches de luna llena, llorando y pidiendo perdón a la madre que tanto torturo en vida…a lo cual el recién llegado agregaba lacónicamente y con un gesto de perplejidad: pues vaya que debió hacerla sufrir mucho…y ahí paraba la charla.
Sin embargo, como sucede con lo extraordinario, al cabo de poco tiempo ya todos se habían acostumbrado a ser testigos de lo inaudito, y pretextando cosas más importantes que hacer se fueron ausentando de aquellos recitales esporádicos y repetitivos.
El día que murió aquel hombre de corazón sensible y llanto sublime, el pueblo entero acudió a despedirlo afectuosamente, y a nadie le pareció extraño que en lugar de lagrimas brotaran en los ojos de cada doliente las excelsas notas del “pie jesu” de Faure, pues al fin y al cabo es bien sabido que en manos del dolor sincero, el corazón de todos los hombres es capaz de tales y mayores prodigios.

 

genial, a mi se me hace genial lo que escribe.... y ¿sabe?, la gente somos bien pinches, bien culeros, resulta que por ahí sale un maestro, un amigo, digamos; un tipo que deslumbra y no pasa ni un aguacero cuando nos acostumbramos a su genialidad y entonces esperamos, o el tiempo hace que esperemos a que muera, para que sea casi un milagro.... yo por eso jamas me voy de nadie sin decirle lo que siento poe esa persona...en fin, me gustó harto su prosa

salu2