Paseo nocturno

Salí de casa con mis dos perros. Ya era de noche y bastante tarde para hacerlo, pero como al día siguiente no trabajaba, intenté sacarlos lo más tarde posible para que así me aguantaran más sin hacer sus necesidades en casa y al día siguiente no tener que madrugar tanto. Lloviznaba, hacia frio y niebla. Desde luego no era la noche ideal. Me crucé con muy pocas personas, la mayoría también con perros y alguna hasta con mala cara, seguramente porque lo que menos les apetecía era estar allí. Procuré hacer el recorrido de siempre combinando asfalto con campo libre para así soltar a los perros sin problemas. No llevaba paraguas, pero si llevaba cubierta la cabeza con la capucha de mi anorak. Tras media hora caminando decidí quitármela, sentía que me agobiaba. Que agradable sentir el frio de la noche y la humedad del ambiente en la cara, me despejé de repente. Los perros ya sabían a donde iban, al descampado donde libremente podrían corretear sin molestar a nadie, y con un poco de suerte jugar con otros perros si sus dueños hubieran decidido acercarse por allí. Pero no había descampado. En él había instaladas una gran carpa de circo y todas las caravanas y camiones que lo conformaban. Cada uno de ellos con un rotulo muy luminoso con el nombre del circo que destacaba entre la niebla. Sin duda lo que vi me maravilló, luces intensas de distintos colores destacando entre la niebla que los cubría, sin duda un mundo mágico, no solo para mí sino para mis perros que quedaron paralizados, asombrados ante tan evidente cambio y tan inesperado, que al mismo tiempo tenía ese toque de misterioso y fantasmagórico. Me quedé bloqueada, me encantaba lo que estaba viendo. Tanta luz y oscuridad al mismo tiempo, se respiraba una atmosfera mágica y me quedé allí, con mis perros muy quieta…ninguno de los tres nos movíamos. No sé lo que pensarían ellos pero había algo en el ambiente que nos obligaba a no proseguir nuestro paseo nocturno. No había nadie, sin embargo toda una vida se intuía dentro de las enormes caravanas y los grandes camiones, todos blancos y bien cuidados, impolutos y las hermosas luces adornándolos. La blanca niebla parecía entremezclarse con el color de los vehículos.

Jamás he ido al circo por el sentimiento de contradicción que en mi genera. Por una parte me atrae, y por otra me genera angustia. No me parece real el ambiente de diversión, ilusión que transmiten quizá porque esa vida itinerante y de esfuerzo esconde sus propios problemas y tragedias…y sin embargo la atmosfera que respiraba y lo rodeaba era mágica, irreal…

Poco a poco no sin tiempo nos pusimos en marcha…los perros prosiguieron el camino husmeando continuamente a cada paso y quizás olvidando lo que yo no podía. Mi paseo nocturno había valido la pena…y aunque nunca pisara un circo, había magia en lo que vi.