Punto nodal

Guardo en mi cuerpo sensaciones desprovistas, que superan la ansiedad sinuosa del pesar.

Las calles se abren a mi paso y cuento los momentos, que se muestran a ambos lados.

Ya casi son las 3 de la tarde y el grisáceo intenso invade las mentes de los transeúntes marchitos.

La búsqueda de las pasiones me sorprende sin aliento y no llegaré a observar el detalle de un adiós continuo por miedo a soportar otro agujero en mi espasmo.

El frío me somete en la caminata y me encanta.

Una suerte de entusiasta fantasía abriga mi imagen mientras sigo observándolo todo.

Podría morir ahora mismo.

Nunca llegaré a estar preparado.

Aunque lo anuncie por doquier, en cualquier circunstancia.

La electricidad baja por mi brazo.

Y domina mi mundo sanguíneo, tal vez llegue a leer un último libro esta noche.

Todo mi pasado es un recuerdo ahora.

La fe me traicionará una vez más, aunque no lo desee.

Los pensamientos se hacen piel en mis palabras imaginadas.

Mientras suelto esta mágica contraposición espiritualista.

Sigo inocuo, soso, inofensivo, cargando la transparente protuberancia que me asedia, justo en el punto nodal que genera la intersección de mis sentidos y sensaciones.

El cruce letal de mis tragedias, el síndrome ideal de todos mis émbolos psíquicos, se encuentran justo aquí y ahora.