Retroproyección

Las proyecciones de mi mente, propician un clima húmedo, paisajístico, desbordante, por momentos incoloro.
Desorientan las ondas ruidosas que percibo, acaeciendo la noche, rociando el ambiente de una retrospección absoluta.
En un acto reflejo presumo, me descubro navegando en dirección al pasado, retrotrayendo imágenes en movimiento, de momentos visiblemente ilegibles a la perspectiva del pensamiento.
Giro entumecido hacia la izquierda, y paralizo la inclinación de mi cabeza, como repeliendo una caída inminente. La trayectoria del peso de mi cuerpo adormecido, desvanece por unos segundos.
Pero mi percepción oficia de sostén, frente al desplome corporal que sufro a consecuencias de mi cansancio.
Concibo en estos días, la teoría que los micro viajes al pasado de mi mente, sortean tantísimas galas llenas de aventuras e intriga y que solo lo logro, en un estado cuasi de soponcio extremo, en el que el retroproyector de mi imaginación comienza a funcionar cronológicamente, colocando imágenes sin sentido aparente, en las que acto seguido mi inconciencia deliberadamente, genera un plan explicativo, actuando de oficio con la hermenéutica de mi memoria clínica.
Si bien la retroproyección, comienza a enviar información editada, para ser graficada, y transcripta al mundo exterior, filtrándose por lugares poco convencionales para la capacidad de comprensión, a veces estéril, ante la no visión e interpretación de la misma.
Deja que fluya.
Así es que las ideas que generen mis ondas satelitales, conviven tanto orbital como emocionalmente en la periferia, como en el interior de mi instinto.