Sensaciones...

Me quedo quieto, en tu mirada, sin dejar de estar presente en un solo parpadeo.
Tu pelo ahora disfraza mi mano, que intenta ser la nueva piel de tu piel, que va recorriendo cada rincón en busca de un vacío que poder cubrir como parte de tu cuerpo. Tu cuerpo, siente a compás del liquido que se derrama por ti, escapa de niebla que nos invade, danza con la luna que gobierna en nuestra memoria, y sobre el cielo, un inmenso desfile de estrellas, detrás de ellas, la soledad, la nada, la eternidad, y ahí estamos tu y yo, desenvolviéndonos en la intimidad.
Un beso, como mama un niño por primera vez del seno de su madre, yo, saboreo con dulzura la piel que intenta ocultarse en la curva que sostiene las entrañas de tu boca.
Me pierdo, y tú vuelves a encontrarme acariciándote a escondidas.
Sientes frío, al destruir la noche nuestro día en el mejor momento, como petición a nuestras oraciones, se aleja el sol, nos cubre el manto de las tinieblas, bailan los árboles la serenata nocturna que zumba nuestros sentidos. Sientes un escalofrío, al embestirnos el viento gélido, al escuchar su silbido, y después el silencio mórbido que le acompaña como eco, tras lo cual llegan mis dedos por tu espalda, por tu gloriosa cintura presionando la barrera que nos separa, casi intangible, como ciegos de amor derribando obstáculos a nuestras sensaciones.
Sientes calor, y el deseo se convierte en locura, por tenerme, por tenerte. Y el placer vehemente se hace con nosotros, al sentir la fuerza de tu respiración, la temperatura de tu aliento en mi rostro, al penetrar en tu oído mis susurros llenos de vida y de fuego que arden sin quemar y se repiten constantemente como un rezo del interior de la tierra.
Nos arrastran las olas, nos devora el mar, se oyen los latidos del infierno, todas las luces se apagan, no hay nadie, nada, estamos solos, tendidos desnudos envueltos en cintas de seda, tu cuerpo contra mi cuerpo tumbados sobre miles de pétalos de flores, y el aroma a café, y la fragancia natural de tu cuerpo me despierta, y me calma, y te miro para llenarte de armonía y me miras para darme paz.
Nuestras piernas, se enrollan como culebras, nuestros pies se vuelven niños y juegan a pillarse.
Te abrazo, siento esa frescura de tu tacto que es por un instante, y después compartimos de nuevo pasión, calidez, momentos de ternura. Me humedeces con tus labios, te abrazo más y más, siento la felicidad en tu sonrisa. Te vivo con intensidad hasta que nace el sol, y entonces te vuelvo a amar de nuevo… Y amanece…