sin precio

Siento que el mundo se sepulta con oleadas salvajes de babilónica comercialidad,
donde la niebla toxica de la noche vacía las artísticas calles de corazón,
con la repugnante adicción del dinero y aniquilando el aurora de nuestros sentimientos.

Estamos muriendo en manos de las corruptas organizaciones de estado y alimentando a las
repugnantes ratas sin talento que los nubla de ser ellos por el hecho de enriquecer a
terceros; por eso he optado ser un fantasma y disfrutar mientras puedo de aquello que alguna vez
a sido la libertad del alma, estando vivo en el anonimato de un amor sin precio.

 

El capitalismo salvaje por encima del ser humano. Tu prosa es un grito de alerta a una sociedad indolente. Un placer leerte. Saludos.