Tarde Forata

Atrapado entre las sombras, soy testigo de la noche y sus pequeños sonidos ciegos.

Nada está pasando. El tiempo no gira y en cierta forma la mente se hunde en figuras ansiosas, que intentarán deliberadamente sustraer la voracidad de las horas que se sucederán indefectiblemente.

Tieso el metal de sus caras aprovechando la curvatura borrascosa.

Espeluznante e inmoderadas avanzarán con prisa, las voces de los llantos, sujetando a unos pocos trozos de imágenes pesadas con ánimos de invierno.

Siento el silencio de esa voz que me llama desde adentro.

Es probable que intente seguir bamboleante y discursivo, sectario y perverso en modo automático. Volaré hasta allí con la corteza cerebral impoluta, con ganas de no verme frente al espejo y aterrado por estar aquí, dentro de mí mismo.

Líquido y escénico, lívido y nocivo.

Se viene la carga de impulsos que abrazará unas cuantas gotas de lluvia y someterá con fuerza a mi idea sobre la muerte.

Despojándome del encierro y de las luces góticas.

Se acercarán sus brazos.

Solo quiero estar bien con mis duendes urbanos.

Siento la coordinación de un manojo de sombrías melodías subterráneas.

Todo y nada.

Con la cara pálida y forata, imaginándome sin orificios, acorralado entre las luces y el suplicio de una noche beligerante.

Volveré al tenebrio infame de las frecuencias deformadas.

Y la magia…Cubrirá los recuerdos con prontitud, deslizándose emergente amarillenta y confundida.

Tal como siempre.

Tambaleante, subestimándome y creyendo en la sujeción del delirio.

Sumando los presagios dormidos.

Hoy me acordé…