Teatro

Se me ocurre manifestar mi agrado contra cosas comunes, como la comida, la mala comida, la insurrección que pesa más que el hambre y las retinas de individuos que poseen mayor jerarquía dentro de la empresa; el moderno club del nacionalismo me tiene hecho un clavo que, pegado a la pared no es más que otro dedo y clavo que profundiza dentro de la mente. El corcho que ha sacado el hijo de la botella ya es viejo y el calentador es mono tirado de televisión a televisión.

La única regla que depende de la minoría, que, mordiendo el cable yo diría es ascendente junto a las recamaras y al aeropuerto. La otra minoría conoce de tutelas, por eso es que explica mi afamada actitud al escribir esto una ronda de besos que quiten el mal sabor. El único régimen agotado es a partir de un texto biográfico una estación que presume divinidad junto a las personas promesas, sintácticas simpáticas del convenio o comprobación.

Es más delgado el lente con que el dicho presupuesto haga alcance de ello. Mi primera idea acerca de la luz fue que estaban atrapados y el ojo mas partero explicaría que la luz sumerge al éxito en una ecuación aritmética de destrucción masiva anterior a la democracia. Por eso es que la luz conoce más del séquito de masa que se tiene guardado, como el reflector práctica una décima de encanto.

Otro régimen cada hora, explicaría que la mayor tasa de crecimiento en un país, es crecer en flujo y no en sistema a partir de frenos o directrices que abotonan el corazón dentro de una mística teoría de la relatividad. Por eso es que el presupuesto es única pieza de luz y la tierra comparte el fruto de cada admirable belleza. Lo utópico del pensamiento esta en desarrollar participaciones adyacentes al clima, conociendo al animal como ultimo capacitor de un ideal de emociones, que repite la frecuencia mística del embarazo con la resurrección de un modelo de cosmología atípica a la conciencia; el fruto de cada vida es semejante al robo de un insecto a través de los lentes necesarios.