1. Guest, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Dismiss Notice

tonta soledad

Discussion in 'Prosa: Generales' started by Mariela_mc, Aug 10, 2006. Replies: 2 | Views: 752

  1. Mariela_mc

    Mariela_mc Poeta recién llegado

    Joined:
    Mar 3, 2006
    Messages:
    281
    Likes Received:
    1
    María se asomó a la ventana y lo primero que vio en la calle fue a Martín, sentado en el cordón de la vereda, quien la esperaba con un enorme ramo de rosas blancas. De las que le gustaban a ella.
    No bajaría, no debía bajar. No era la primera vez que la dejaba plantada en una cita, y se presentaba al día siguiente con un costoso ramo de flores, que mediaban de una forma muy efectiva su disculpa. Ella de alguna forma se había acostumbrado a sus desplantes, se había habituado a ver aquellas flores tan luminosas en el jarrón azul junto al aparador del comedor. ¿Cómo no disculparlo?, si era tan bueno inventado excusas que ella fingía creer.
    Se acomodó la pollera, con la mano derecha se aplastó el pelo, con la otra acomodó un mechón castaño detrás de la oreja. Mordiéndose los labios se acercó a la puerta, preguntándose si haría bien esta vez en bajar, en aceptar sus rosas blancas y la tarjeta, con un poema, de esos dulces, prácticamente pegajosos, que descargaba de Internet. A ella en el fondo le gustaba todo eso, que él se tomara esa molestia. Por lo menos admitía que había actuado mal.

    Algunas veces, cuando no podía conciliar el sueño, se preguntaba cuál sería el real motivo de sus desplantes, otra mujer... otro hombre tal vez, sus amigos, ella... no lo sabía, y cuando su mente comenzaba a divagar demasiado, se levantaba, prendía la televisión y se olvidaba del asunto.
    Recordaba la primera vez que le había regalado flores... habían cumplido un mes de novios, él la invitó a cenar, acordaron encontrarse en un restorán, y claro, él nunca llegó. Al día siguiente, se levantó temprano, aunque no había podido dormir más que un par de horas. Cuando bajó para ir a trabajar él la esperaba con un espléndido ramo de rosas y una excusa bastante convincente, por ser la primera vez. Ella lo disculpó, no porque le creyera del todo, sino porque le caía simpático. Se sentía a gusto con él, y su vida, a pesar de todo, se veía mucho mejor a su lado. Aunque él no la quisiera mucho, aunque le mintiera, aún así era mejor que la soledad que la había acompañado tantos años.

    Llaves en mano se acercó a la puerta y la abrió, respirando profundo y fingiendo estar ofendida salió a vereda intentando no mirar hacia donde se encontraba Martín sentado. Él se había acostumbrado a ese “ritual”, al menos ella aparentaba tener un poco de dignidad. No quería lastimarla, claro, al menos con eso acallaba su conciencia, pero no podía renunciar a su vida. Porqué la seguía viendo, porqué gastaba tanto dinero en disculparse con ella, no lo entendía, “¿por culpa?” le preguntaban sus amigos, pero no era culpa lo que él sentía.
    Le gustaban cosas de ella, pequeños detalles que hacían su tiempo juntos agradables. Le gustaba su sonrisa, la forma en que lo besaba y como le hacía sentir que él para ella lo era todo en el mundo.

    Presurosa comenzó a caminar hacia la parada del colectivo. Estaba dispuesta a no dejarse alcanzar tan rápidamente en esa ocasión, “Que corra un poco... al menos eso”, pensó en voz alta. Él, mecánicamente salió tras ella, intentado alcanzarla. “María -le gritaba - ¡María!, por favor, no sabes lo que me pasó anoche, mamá..., perdoname por favor, no te pude avisar, ¡ Maria, por Dios!, escuchame.
    Ella sonreía, las mismas disculpas de siempre, “debió estar realmente ocupado anoche que no pudo pensar en algo mejor” pensó; y continuó caminando un poco más rápido.
    “María mirá, te traje flores, de las que a vos te gustan, las más caras, ¡por favor!, escuchame, te escribí un poema, bueno, no es mío, pero es como si lo fuera, María”.
    Agitado corría tras ella, estaba a punto de alcanzarla. Nunca lo había hecho correr tanto. Debía de estar enojada, más que las otras veces.

    Casi sin aire, se paró a unos cuantos metros detrás de ella. Resignado bajó el ramo que sostenía en lo alto agitándolo, deshojando las rosas de $40 la docena. No entendía que le había pasado esta vez. Siempre salía de la puerta del edificio, en apariencia ofendida, fingía no mirarlo y se dirigía rígida hacia la parada del colectivo. Aunque él desde donde solía esperarla ya sabía que ella lo observaba desde la ventana. Demoraba unos cinco minutos en bajar, ya que como vivía en un primer piso usaba las escaleras. Él corría, aunque no era en realidad necesario; lo hacía para darle más dramatismo a la situación, según él, y le decía “’María, por favor!, escuchame, ¡no sabés lo que me pasó anoche!”, luego venía la clara excusa ideada mientras la esperaba sentado en el cordón de la vereda. “Mirá, te traje flores, mi pedacito de cielo azul”, cuando le decía así ella se enternecía, se detenía y lo observaba con resignación. “¿Te gustan?”, le preguntaba Martín, “Son las que me más me gustan”, le respondía ella mientras clavaba la mirada en el suelo. “Te quiero”, le decía él, y ella a punto de llorar le respondía “Yo también”, “- Entonces ¿me disculpás?”, le preguntaba no dejando pasar la oportunidad, “ay, ¿qué voy a hacer con vos?, le preguntaba ella., “- Nada, quererme como siempre”, le decía él mientras la tomaba de la mano y esperaba a que lo besara. La acompañaba hasta la parada del colectivo y ahí se despedía hasta la próxima vez. En no más de una semana volvía a visitar la florería y el ciber café.

    Mientras Martín recobraba el aliento, ella se detuvo al dejar de escuchar su pasos y sus gritos.
    No era su intención no dejarse alcanzar, pero mientras caminaba iba pensando en todas las veces en que se había repetido siempre lo mismo, una y otra vez, las excusas mal hechas, la vergüenza. Sabía, aunque no deseaba reconocerlo, que para todos ella era un estúpida: para su madre, su hermana, sus amigas, los amigos de él, y para Martín. Para él ella era una idiota a la que él podía engañar hasta con las mentiras más absurdas. Se preguntaba si un día por fin se cansaría de todo y lo dejaría de una vez. ¡Sino le importara tanto estar sola!, no deseaba estar sola, no podría soportarlo, hasta era capaz de tolerarlo a él. “Mejor lo espero”, se dijo, y se detuvo. En ese momento se dio cuenta que estaba parada en medio de la avenida.

    “María”, le gritó desesperadamente Martín, al ver que se había detenido justo en medio de la avenida. Ella lo escuchó y se dio vuelta.
    Fue lo último que escuchó.

    Nunca se hubiera imaginado que esas flores que había comprado temprano a la mañana estarían al día siguiente en una sala velatoria a la vuelta de donde siempre solía esperarla. Ni que el ritual que había comenzado años atrás continuaría por muchos más. Le llevaba flores, rosas blancas, mientras esperaba en la lápida del frente. “María, me perdonás, mi pedacito de cielo azul”, le preguntaba al frío mármol gris con el nombre “María” grabado. Le dejaba el ramo junto a una tarjeta con un poema impreso, que siempre, semana tras semana era el mismo.

    OH María, dulce maría,
    Se refleja en mis manos
    El dolor de no poder tocarte.
    Lloran mis ojos
    porque no podrán verte más.

    Mi corazón me suplica a gritos
    Que me vaya a tu lado.

    María, el tiempo no borrará
    Las huellas en la arena
    Que ha marcado tu sonrisa.
    No lo permitiré.

    María, Te Amo,
    Aunque nunca supe como afrontarlo.
     
    #1
    XAnnX and (deleted member) like this.
  2. XAnnX

    XAnnX Poeta adicto al portal

    Joined:
    Jun 1, 2006
    Messages:
    1,649
    Likes Received:
    2
    Que bello escrito! Me has hecho llorar y todo:S me encantó....ese amor que nunca termina y que nunca se sabe como demostrar....:bienvenido: muy buen comienzo!
    Un beso enorme Mariela!
    Ann
     
    #2
  3. Mariela_mc

    Mariela_mc Poeta recién llegado

    Joined:
    Mar 3, 2006
    Messages:
    281
    Likes Received:
    1
    Gracias por tus palabras, que bueno que te gustó!!! Y es verdad que muchos aman sin saber como expresarlo y otros fingen amar por temor a la soledad.
     
    #3

Share This Page