Un cometa.

Entre la inmensidad que caracteriza
 cruzó la alfa, cruzó la omega,

sin pararse a observar la inquietud de los luceros...

El capricho de la vía láctea gritaba desde su soledad
 en un vano intento de detener su destino,
esperando ser acompañada 
por unos instantes tan efímeros....

El tiempo dejó de tener medida,
pues el rey, la grandiosa riqueza de nuestro firmamento

asomó sobre el mismo plano 
a horas ajenas a sus 4700 millones de años de vida,
para embeber de tan colosal ceremonia...

Y por un instante aquella luz dejó de ser protagonista,
cuando se adivinó la silueta
 del amor acechando entre los cuerpos
 semi desnudos de la luz y la sombra,
la melancolia y la soledad, 
la pasión y la dulzura...

Y llegó su fin,
 y todo volvió a la normalidad, 
tan solo desapareció, 
como una llama que acaba con su alimento...

El tiempo volvió a ser tiempo,
 el sol y la luna se despidieron,
 los luceros continuaron con sus deslumbrantes vidas...
 el cielo quedó en silencio...

 

son libre, y armoniosos, el tiempo será siempre oro, saludos

 

Preciosa prosa.abrazos