Verde asiduo

[FONT=&quot]He conocido la voz sublime de las rosas. ​

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[FONT=&quot]La llanura se veía tapizada de verdes asiduos. Al borde del río una silueta se desgajaba en llanto lastimero. El sol apenas se enjugaba los ojos para despertar. La luna se despedía tenue y con el batón desgarrado.

[FONT=&quot]- ¡Mario! ¡Mario! – gemía la silueta opacando el cristalino fondo del río.

[FONT=&quot]Una rana distraída se volcó a los linderos de la orilla opuesta. Una croar imperceptible alertó a la cigarra que dormía bajo tierra en espera de la metamorfosis existencial.

[FONT=&quot]- Has cambiado demasiado. ¡Ya no te amo! – insistía la silueta.

[FONT=&quot]A pesar de la distancia el eco llevó los gemidos al otro lado de la llanura. Un corcel enclenque alzó los ojos para distinguir el color del gemido. Cerró los ojos unos instantes y bajó de nuevo la cabeza con semblante pesimista.

[FONT=&quot]- No te volveré a hablar jamás – cosiendo los suspiros al pecho reclamaba sin alivio.

[FONT=&quot]Una lágrima añejó un lirio insomne que viajaba entre sueños pétreos y necesidades insolentes. Era envolvente la brisa crispada en las sienes de un pez sin ojos.

[FONT=&quot]- ¡Imbécil! ¡Mal nacido! – calmando su ira se arrodilló.

[FONT=&quot]Puede ser que el tiempo haya dejado de latir. De los funerales del cuervo viajan los quejidos hasta la osadía de la cuenca del río. Al relamerse un gato sin cola la oscuridad dejó minúscula tala de amores. Cayó en instantes la soledad.

[FONT=&quot]- ¡Mario, ya no puedo más! – acumulando tristezas se cercenó el falo hirviente.

[FONT=&quot]Bajo los lirios descansa un cabello sutil de pesadumbre. La silueta se ha tapizado de verdes asiduos y la luciérnaga se ha hecho amante del sol.