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Amor comprado

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por ivoralgor, 9 de Noviembre de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 964

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Siempre se trató del dinero, ¡del maldito dinero! Mi mamá tenía razón: ese cabrón sólo está contigo por tu dinero. ¡Entiéndelo! El amor me cegó. Kenneth me juró que me amaba y que el dinero era lo de menos. Tengo dos buenas manos, decía, para mantenerte. Esas mismas manos que acariciaban mi cuerpo y me hacían vibrar. Sin darme cuenta ya estaba toda enamorada de ese malnacido. Supo dorarme la píldora para que nos casáramos. Era la única hija de mi papá, su princesa, como me decía. Me complacía en todos mis caprichos y de eso me valía para hacer lo que se me viniera en gana. Mis dos hermanos, a veces, me veían con recelo.

    Lo conocí en la boda de mi prima Laura, era amigo de Joel, su esposo. Tenía un atractivo que me llamó la atención: manos grandes, cuerpo atlético, sonrisa carismática, ojos verdes y cabello ondulado. Tenía una labia asombrosa, engatusaba como un profesional. No era buen bailarín, pero sentir sus brazos musculosos y sus manos en mi cintura fueron el éxtasis. Intercambiamos número telefónicos. Te hablo, dijo antes de desaparecer entre los invitados. Eso espero, dije como niña estúpida. Dos semanas transcurrieron para que recibiera su llamada. Hola, dijo con voz seductora. Recordar esa plática me da asco. Me invitó a comer en Italiannis de la Gran Plaza. Cuando llegué él estaba sorbiendo una cerveza. Me vio y se acercó a mí. Era todo un caballero. La plática fue de un tema a otro y quedamos en volver a salir juntos. Había química, supuse en esos momentos. Estúpida.

    Salimos por cuatros meses hasta que nos hicimos novios. No quería precipitar las cosas, pero él insistía en conocer a mi familia. Algo informal, cielo, dijo esa tarde de domingo cuando regresábamos de Telchac. Dos meses después lo llevé a la casa, era el cumpleaños de Martín, mi hermano mayor. Cuando entramos a la casa, todas las miradas se centraron en él. Sergio, mi otro hermano, lo conocía por unos amigos mutuos. Sentí que lo miraba con sorpresa, a la vez que entornaba los ojos con malicia. Kenneth fue muy respetuoso y rápido se ganó a mi papá. Le dio en el calvo al hablar con él de caballos y toros. Mi papá siempre quiso tener un rancho, pero sus otros negocios, y mi mamá, se lo impedían. En una ocasión fueron ellos dos a la Feria Ganadera de Ixmatkuil. ¡Ese si es digno yerno!, le dijo a mi mamá esa tarde cuando regresó. Estaba más enamorada que nunca. Todo iba a la perfección, a pedir de boca.

    Una noche, después de que Kenneth se fue de la casa, mi mamá habló conmigo. Piensa bien lo que harás, dijo con voz calmada, ya me contó Sergio que es una fichita. ¡Es un mentiroso!, grité iracunda. No actúes con malcriada, me paró en seco, piensa con la cabeza y no con el corazón. Te puedes arrepentir demasiado tarde, continuó, no te conviene ese vividor. Subí a mi cuarto y lloré como magdalena inconsolable. Tenía que callarles la boca. Le conté lo sucedido a Kenneth. Pues no casamos, dijo decidido. Me aferré a su brazo musculoso.

    Se armó un lío cuando les dije que me iba a casar, con o sin su consentimiento. Él es el amor de mi vida, dije convencida de que así sería. Mi mamá movió la cabeza de un lado a otro. El único que sonrió, de gusto, fue mi papá. Empecé con los preparativos de la boda. Mi papá no escatimaría en gastos. No sé en qué arreglos monetarios quedó Kenneth con él, pero lo veía muy tranquilo. La boda fue todo un suceso. Nos fuimos a Europa de Luna de Miel. Era la mujer más feliz en la faz de la tierra. Pronto se me acabaría esa miel.

    Cuando llegamos de Europa, nos fuimos a vivir a un pequeño departamento en Algarrobos, fue el regalo de bodas que me hizo mi papá. Kenneth se llevaba, al trabajo, mi Mercedes-Benz. Me quedaba sola en el departamento. Marcela, mi mejor amiga, me ayudó con la decoración de mi nidito de amor. El color quedó precioso, dijo al entrar a la habitación destinada para nuestro primer hijo. Quería embarazarme, pero él no quería: mejor disfrutamos de nuestro matrimonio, dijo, luego planearemos los hijos. Acepté resignada. Poco a poco se fue alejando de mí. Llegaba por las noches y se acostaba a dormir: estoy cansado, decía como un pretexto. Lo más estúpido que hice fue darle las claves de las tarjetas de débito y crédito que tenía. Jamás imaginé que hiciera compras en Internet que no eran para él, ni para mí. Los Estados de Cuenta no mienten, pensé. No quería sospechar nada malo, pero era evidente. ¿Por qué hay cargos en la tarjeta de un tienda online?, cuestioné. Debe ser un error, dijo dándole poca importancia. Voy a hablar al banco para aclararlo. ¡Haz lo que quieras!, dijo de mala gana. El cargo, dijo la voz chillona de la mujer que me atendía, se hizo el día sábado a las dos de la tarde por un importe de mil doscientos pesos con cincuenta centavos. Según su historial, continuó, no es la primera compra que hace en ese sitio. La dejé continuar. Gracias, es usted muy amable, dije cuando finalizó su perorata del historial. Confiaba tanto en él que ya no revisaba los Estados de Cuenta.

    En otras ocasiones, me decía, cuando me llevaba a cenar o a algún lado, paga, mi cielo, yo pago para la otra. No llegó ese día. El colmo del descaro fue cuando le pidió un préstamo a mi papá. Es para un negociazo con caballos pura sangre, le dijo. Se lo dio sin chistar. Es un placer hacer negocios contigo yerno. Supe que los plazos eran a tres años con una ganancia del treinta por ciento del préstamo original, con parcialidades anuales. Llegó a la casa con una sonrisa en el rostro. Entró a la habitación e hizo su maleta. ¿A dónde vas de viaje?, le pregunté inocente. Voy a Cancún a cerrar un negocio que tengo con tu papá, dijo sin voltear a verme. ¿Me vas a llevar contigo?, dije acariciándole la espalda. Es un negocio importante, cortó de tajo, y no puedo tener distracciones. Una hora después, se estacionó una camioneta Ford Lobo cerca del departamento. Me voy, dijo, ya vinieron por mí. Una semana no supe nada de él. En las indagatorias del divorcio supe que esa semana se largo a la Riviera Maya con una mujer. ¡Maldito cerdo!

    Seis meses después, recibí una notificación del banco porque ya tenía mensualidades vencidas y urgía el pago inmediato. Sentí hervir la sangre por la impotencia. Me sentí tan estúpida llorando de coraje y la vergüenza que tendría que pasar para pedirle ayuda a mi papá. Herida porque ese marrano me engañó vil y asquerosamente. Aún lo amaba a pesar de todo, pero no podía permitir que se siguiera burlando de mí. Pagué las deudas y cancelé las tarjetas. Horas después llegó a casa de mis papás hecho un energúmeno: ¡¿qué chingados te pasa?! Gritó iracundo. Iba a intervenir mi papá. No te, metas, le dije. ¡Aquí el que se está pasando de listo eres tú!, grité con la misma intensidad. ¡Lárgate antes de que le diga a mi papá que te parta toda la madre! El divorcio, dijo sarcásticamente, te costará muy caro. Dio media vuelta y se marchó. Me lancé a los brazos de mi papá a llorar como niña desvalida. Todo vas a estar bien, dijo para consolarme. Tardamos más de tres años con los trámites del divorcio. Los abogados reunieron las evidencias de su abuso de confianza y mi papá lo demandó por fraude por el negocio de los caballos. Una tarde, llamó a mi papá y le propuso que me daría el divorcio si quitábamos las demandas por abuso de confianza y fraude, además de darle una buena suma de dinero. ¡Maldito dinero! Muy por dentro aún lo amo, pero no le voy a perdonar que me haya visto la cara.

    Esa tarde, en la notaría N° 1, cínicamente firmó el acta de divorcio. No olvido su sonrisa hipócrita y desalmada. No pude aguantarme las ganas de darle una bofetada y borrarle la estúpida sonrisa. Me iba a dar un golpe cuando lo detuvo su abogado. Salió maldiciéndome. No superé esa experiencia. El amor me estorba y el dinero me compra el placer, que a veces, necesito: el cuerpo lo pide.

     
    #1
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  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
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    Un relato muy entretenido con una trama que obliga para conocer el desenlace. Impecable la ortografía. Saludos cordiales.
     
    #2
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  3. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Agradezco que sigas recalando en mis letras.

    Saludos.
     
    #3

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