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Aparición.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por En-Manuel, 14 de Diciembre de 2012. Respuestas: 1 | Visitas: 693

  1. En-Manuel

    En-Manuel Poeta recién llegado

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    Hombre
    “Aparición”
    (La leyenda del Ixhual)

    La espesa niebla medio obscureció y el canto del guardabarranco cesó. El cielo gris se durmió y sin pensarlo lloró y entonces fue cuando el monte calló; las flores se entristecieron y los pájaros se escondieron. Los relámpagos rasgaron la quietud y tembló el cerro y el eco se perdió en la lejanía. Me encontraba absolutamente solo y al presenciar esa escena me senté, tomé mi cabeza entre las manos y vi hacia abajo, como rogando al altísimo que fuera más benigno conmigo. Sentí una caricia en la espalda y vi hacia arriba. “El cerro que ves allá arriba no está completamente abandonado. Está protegido por una gran piedra que hace de centinela, lo guarda y lo cuida. El candoroso sol y la débil luna con sus variados e innumerables rayos acarician a la vigilante después de atravesar el follaje. La juguetona lluvia se detiene sobre las hojas de los árboles testigos, se transforman en miles de gotas que se deslizan para morir sobre la chirriante hojarasca produciendo un seco ruido en el momento de con la madre tierra. Si el viento sopla fuerte las ramas de los árboles se balancean y se arremolinan hasta desfallecer, se abrazan y se besan; así extendidas permanecen largo rato. Ese movimiento o roce produce una extraña queja que no es de ni dolor, ni de tierra golpeada sino una maldición y cuando la oyen se recuerda una singular mujer que vivió por esos lugares, se fue o está viviendo invisible. También en noches de luna llena se percibe un agradable olor que es producido por las flores que nacen sobre la piedra y desaparecen al amanecer dejando huellas de sangre que tardan en secarse. – Esto me lo contó un cansado y canoso viejo que se apoyó en mi hombro para no caerse. El agua que se desprendía de las tupidas nubes besaba con cariño todo lo que a su paso encontraba y al unirse a la linfa del viejo estanque se confundían. Me levanté y entonces me di cuenta que me encontraba al pie del cerro y en una orilla del balneario. La llovizna de trasformó poco a poco en tenaz lluvia y siguió bañando a las flores que se sacudían de las gotas al besarlas al viento. La densa niebla y la persistente lluvia fueron vencidas por el astro luminoso que se asomó triste, distraído. La tarde varió. ¡Se ilumino! ¡Claro!. Me fije en el lugar por donde el agua caía al tanque que estaba colocado precisamente al lado opuesto de mí. Era una puerta pequeña metida en una pared de ladrillo a manera de casita modelando una torre. El abundante chorro brotaba y caía hacia la profundidad y a esas horas lo habría llenado hasta desbordarse por las aristas. Los oblicuos rayos del sol al chocar con la superficie se reflejaron en la pared y fue cuando noté unos manchones que no había distinguido antes. Me acerqué lo suficiente para verlos mejor, pero estaban borrosos e ilegibles. Me puse a buscar por los alrededores algo con que raspar y después de caminar un buen rato encontré un palito con el cual regresé y principié a hacerlo y no se veía nada, porfié y finalmente surgió la palabra “IXHUAL”. Me agaché más y cuando volví la vista hacia donde estaba el anciano, había desaparecido; me acerqué más al lugar y encontré a un joven altivo que no tenía ropa, portaba un taparrabo a la usanza de los antiguos mames, su figura imponente como la de un gran dios. Su fisonomía se impuso y fue entonces cuando descubrí que tenía plumas en la cabeza y en los ojos noté su tristeza, tornándose vivarachos de vez en cuando o sea al momento de reconocerme como si hubiese encontrado lo que hacía mucho buscaba. Su mirada se confundió y casi leí una intensa satisfacción de agradecimiento que salió de su alma, exteorizándola con profundos suspiros hacía mí. De pronto; volvió a ponerse lívido y en ese trance se inclinó hacia la superficie del balneario, tomó con sus delicadas manos un poco de agua lo más alto que pudo y giró varias veces en semicírculo como ofreciendo el sacrificio a mi presencia sin despegar los ojos del cielo. De sus dedos se escapó el preciado líquido y se transformó en una pequeña línea; una por cada brazo resbalado por todo el cuerpo ungiéndolo; luego abrió los brazos en cruz y contempló extasiado el cerro, los árboles y la luz. No sé cuánto tiempo estuvo en esa meditación, lo único que recuerdo es que yo temblaba de pies a cabeza; tieso como estaba, esperé mucho para que se dirigiera a mí con una mirada suplicante, más no pude distinguir si escuchaba con atención el rumor del agua que se desbordaba con ahincó de la orilla del tanque, o su trance provenía por el golpe del agua al caer afuera y se iba al barranco o que yo profanaba su concentración. ¡Tembló el cerro! Me senté para no carme sin perderle la vista, mientras él no tomó en cuenta el hecho. La noche principió a invadir el escenario y el silencio se profundizó, siendo interrumpido en pequeños espacios por el sonoro canto río que cambió en un gemido lastimero.-Esta agua está bendita y el que se bañe en ella no le dará dolor y si viniese enfermo se curará. El cuerpo de un hombre es la sagrada piedra de que te hablé antes y fue amado por IXHUAL, el agua pensativa y canora que tienes enfrente correrá varios kilómetros partiendo a la tierra en dos partes hasta el mar, durará siglos y siglos por la maldición.-Son las lágrimas constantes que derrama esa infeliz mujer.- dijo - ¡IXHUAL! ¡IXHUAL!- grité emocionado y a la vez triste. La lluvia se calmó por completo y la noche pudo más, divirtiéndose en aventar oleadas obscuras desde el cerro para que bajaran parsimoniosas envolviendo con su manto lo que antes había brillando y había sido testigo de una aparición sin precedentes en un cerro que en la actualidad tiene el nombre de esa bella mujer. Tal vez mala. Tal vez buena. Medité lo acontecido. A lo lejos un tecolote cantó.
     
    #1
    Última modificación: 14 de Diciembre de 2012
  2. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    esta no me la sabía es tuya en sí? muy buena? quizá las sombras persiguen algo, grato leerte, besos
     
    #2

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