1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Delicada caricia

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por ivoralgor, 10 de Agosto de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 630

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
    Mensajes:
    494
    Me gusta recibidos:
    106
    Género:
    Hombre
    La luz del sol empieza a abrirse camino por los senderos oscuros que rodean las montañas. Los grillos dejan de súbito su sinfonía nocturna. Una sombra camina perdida, su voz repite sin cesar:

    - ¿Dónde estás? ¿Sofía?

    La sombra cabizbaja agota sus alientos en los gritos desesperados.

    Sofía se encuentra en los linderos de un arroyo. Sus labios lucen resecos. Sus largos cabellos están sucios. Agotada de tanto silencio duerme aferrada al recuerdo del último beso de la tarde de ayer. El agua mece sus dedos frágiles. Su rostro reposa sobre una roca de tamaño medio. El corazón late lentamente.

    De súbito abre los ojos. El verde olivo del arroyo refleja su rostro pálido y ensangrentado. La memoria juega con imágenes dispersas. Huyen de sus manos las caricias que profirió a su amado.

    - ¡Sofía! ¿Qué te ha pasado?

    Precariamente dirige la mirada en dirección de la voz que la llama. Las lágrimas se dejan caer. Inútilmente intenta incorporarse.

    - ¡Dios mío!

    Por instinto se lleva las manos al corazón. La voz está prisionera en el silencio.

    - Te he buscado toda la noche.

    La tarde anterior se encontraba en brazos de su amado. Los cuerpos desnudos saciaban sus ganas en una pequeña cabaña en los linderos de las montañas. El sol cubría sus gemidos en un tono naranja. El sudor escurría de sus cuerpos como manantial en primavera.

    De pronto se abrió la puerta estrepitosamente. Un sujeto armado irrumpe grotescamente. El rostro lo traía pintarrajeado con sombras negras. Con asombro descubren que se trata del padre de él.

    - ¡Vístete!

    Los gritos de espanto se oyen.

    - ¡Huye amor! ¡Huye!

    Con las ropas en las manos, Sofía, sale por la ventana. Se oye una detonación. La sangre brota de su vientre. Con dificultad se reincorpora y sigue huyendo entre terror y lágrimas.

    - Luego me encargaré de ella.
    - ¿Por qué haces esto?
    - ¡Te dije mil veces que no te metieras con ella!
    - ¡La amo!
    - ¡Es una puta!
    - ¡No le digas así!
    - ¡Le digo como se me da la gana!

    Sin pensarlo mucho se abalanza sobre su padre. El forcejeo hace ruidos estrepitosos. La adrenalina fluye por la venas. El deseo de matar está a flor de piel. El arma cae al piso. Una navaja reluce en las manos de su padre.

    - Mejor los mato.
    - Estás loco.
    - Sí, estoy loco pero por ella. Si no es mía, tampoco será tuya. El que seas mi hijo no me impide matarte para tenerla junto a mí.

    El odio se refleja en los ojos de su padre. Con un movimiento audaz logra agarrarle la mano con la que sostiene la navaja. La cálida sangre fluye en el piso de madera. El cuerpo cae a los pies de su padre.

    - Eres débil. No la mereces.

    Se escucha otra detonación. Cae el cuerpo del padre. Sofía está temblorosa asida al rifle.

    - ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Maldito!

    El aliento se esfuma en la boca del padre. Suelta el rifle y va en auxilio de su amado. Con lágrimas en los ojos repite lastimeramente:

    - No te mueras.

    A los pocos minutos la vida se le fue del pecho. La razón de Sofía se desquicia. Se pierde entre imágenes de amor y sangre. Sale huyendo sin rumbo fijo. La noche va cobijando su delirio de dolor y muerte.

    Con sus últimas fuerzas se aferra a los brazos de la voz que la socorren. Sin mediar, unas palabras salen torpemente de su boca pálida:

    - Dile... a Martha... que lo tenía... que matar...

    Al filo del medio día Martha sepultaba a su esposo e hijo. Sofía esperaba en el hospital la delicada caricia de la muerte.
     
    #1

Comparte esta página