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La Sentencia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Edouard, 10 de Abril de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 313

  1. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    15 de Marzo de 2016
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    Género:
    Hombre
    Hastiado ya de tanta fama, en guerras sanguinarias poseída a golpe de espada, el conde atroz se enclaustró. No quería saber nada del mundanal tumulto. Pasaba los días con ojos como platos mirando al vacío infinito de una capilla. Sin imágenes de santos. Pero con la mastodóntica cruz del redentor colgada del aceitunado techo. No rezaba. No, eso no. Cuando llegaba la noche, se cubría con una piel de oso y salía a los jardines en pendular luz de plena luna arrobada. A pesar del calor de un mes de estío, el noble podía aguantar tal soberano calor. Luego iba a su cuarto y, desvistiéndose, se metía en la cama para, acto seguido, apagar el cirio negro de un mayestático soplo. Pero un golpe seco en la puerta lo despertó. Se levantó en medio de la obscuridad y, encendiendo la vela, fue paso a paso a abrir. Cuando ya tenía la llave puesta en la cerradura, una risa escuchó. Sin más demora oyó el chirriante movimiento de un carro. Salió y vio a un facineroso anciano de luengas barbas. Que pronunció secamente estas palabras: "solitario habrás de morir".
     
    #1
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  2. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

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    homo-adictus, tal sentenciosa frase por parte del enigmático anciano señalaba el destino que el muy misántropo conde había decidido escoger. Había batallado en numerosas batallas para darse cuenta que la atrocidad y la crueldad sin límites llevan al ocaso de una deshilvanada vida. Que sólo se acoge tras los muros graníticos de algún harapiento convento. Sin embargo, ya era de por sí extraña la morada que él había escogido. Estaba mermada su alma tanto de día como de noche. Ante aquella, dejaba pasar los minutos contemplando el vacío en su inconmensurable espesor de ausencia recalcitrante de santidades cristianas - a pesar del cristo colgado del techo - de una capilla; y, por el imperio de las tinieblas se paseaba en meditaciones de lúgubre soledad teñida de solemnidad serena. Pero, cuando se embaucó en el sueño de su celda despertó; al escuchar el aciago sonido de aquel ser achacoso que era la viva imagen de sí mismo: su doble estado envejecido y fantasmal. Atentamente Edouard.
     
    #2

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