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Molpe-Agláope.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Xoel Errante, 22 de Julio de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 693

  1. Xoel Errante

    Xoel Errante Poeta fiel al portal

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    Hombre
    I​

    Hace cientos de años existía una niña que gustaba de ir a diario a la playa y a los acantilados, a admirar el mar ella gustaba de estar cerca de las olas, de la brisa, escuchar la fuerza marina arribando o chocando con las rocas, sentir la arena entre sus deditos. Su madre, que por el contrario odiaba el mar, por que este le había arrebatado a su amado en una tormenta, por lo que cada que la niña se fugaba al mar o al acantilado su madre le reñía y regañaba, en una ocasión fue tan grande su enojo que lanzo una maldición a la niña que amaba, sin saber que se haría realidad…

    Su madre, harta de que la desobedeciera para ir a los acantilados, gritó "Permita Dios que te vuelvas pez”


    De pronto despertó, aún escuchaba los gritos de su madre arrepentida buscándola a la orilla de la playa, extrañamente estaba cubierta de agua, se espantó al darse cuenta que estaba bajo las aguas del mar, contuvo la respiración lo mas que pudo, y tratando de llegar a la superficie, fue cuando se dio cuenta que en lugar de sus pies tenia aletas escamosas con las cuales nadaba no pudo reprimir un grito, sintió como todo el aire de sus pulmones se vaciaba, y al tratar de inhalar estos se llenaron de agua salada, presa del miedo intento gritar, pedir auxilio pero de su boca no salió una sola palabra, por el contrario solo salió un extraño canto que ella misma no entendía. De pronto todo se volvió a oscurecer.

    No supo exactamente cuánto tiempo pasó, pero después de algunas lunas se dio cuenta que se había convertido en una mezcla de pez y humana, recordó que alguna vez su padre hablaba con sus compañeros pescadores de esos extraños seres que embriagaban a los hombres con su canto arrastrándolos junto con ellas al fondo de la mar, se había convertido en una sirena ahora lo sabía, no sabía bien cuanto tiempo había pasado, porque en el fondo del mar reina la oscuridad y si se emerge solo se mira una inmensidad llena de soledad. El mar es un lugar frió y oscuro, pero debió ser mucho tiempo el que ya había permanecido en esa condición, los cambios es su cuerpo así lo evidenciaban, ya no era una niña, ahora sus cabellos eran largos y rizados, su cola de pez ahora era larga y carnosa, su rostro poseía una demencial belleza, su torso de mujer seria la envidia de cualquiera en la tierra seca.

    Durante cientos de años se dedico a conocer los mares, nunca dejaba de admirarse de las bellezas marinas, aunque ciertamente extrañaba la tierra su lugar de origen, vagaba entre los naufragios recordando en ellos esa vida pasada, descubrió que las zonas habitadas del mar son muy pocas, casi todas ellas las cercanas a la tierra, los arrecifes son los que están más llenos de vida pero pasando de cierta lejanía todo se transforma y se convierte en fría y oscura desolación que de vez en vez se llena de vida con el paso de algunos peces errantes o los que hacen sus peregrinaciones cada año nadando de polo a polo de la mar buscando aguas más cálidas.

    Pero nunca dejó de pensar en terrafirme, cierto día al vagar por una oscura cueva vio a una sirena mucho mayor que ella atrapada en una red así que sigilosa fue en su ayuda, logrando liberarle la sirena mayor agradecida le pregunto su nombre diciendo que ella conocía a todas las sirenas del mundo, pero que a ella no le conocía, nuestra amiga no supo que responder, hacia tanto que llevaba en la mar que había ya olvidado su nombre humano a lo que la sirena mayor dijo:

    -Te llamaré Molpe-Agláope que traducido es, la musa de bello rostro, mi nombre – dijo la sirena mayor- es Terpsícore que es la madre de todas las sirenas y por haberme salvado te concederé un deseo de tu corazón, pero será un solo día…


    II

    Aquella tarde se encontraba bebiendo una cerveza a la orilla de la paya, gustaba de beber un par de ellas en su pequeño bungalow cuando volvía a tierra después de navegar, ya atardecía la brisa de la tarde comenzaba a soplar, era realmente refrescante después de haber pasado varios días en altamar, la pesca había sido prodiga, y aunque lo hacía solo por hobbie, le gratificaba obtener buenas pescas, las cuales compartía desinteresadamente con su tripulación que eran buenos y experimentados marinos y nativos de la isla, los cuales le acogieron en su llegada al lugar donde adquirió una barcaza la cual bautizó como aprendió a navegar y desde ese tiempo hasta ahora se habían convertido en algo más que amigos considerándolo de su familia, todos le llamaban Capitán Scottfield, a decir de ellos por su extraordinario parecido con un viejo fundador de la isla cuya antigua fotografía se encontraba en la vieja taberna de la isla -aunque su verdadero nombre era Xavi- contaba la leyenda que se había perdido en altamar persiguiendo a una sirena y jamás se le volvió a ver. Su barcaza era de las mejores del la región. Dedicándose a la pesca de atún y aunque solo llevaba tres años navegando en altamar pescando había tenido gran éxito y en parte era por eso que los nativos le apreciaban.

    Él mismo había construido el bungalow con ayuda de algunos lugareños, gustaba de trabajar y hacer sus propios muebles incluso, fabricaba muebles para sus amigos en sus ratos libres o cuando las tormentas no les dejaban salir de pesca. Esa tarde recargado sobre el barandal con la cerveza aun en sus manos miraba el atardecer, amaba las puestas de sol, amaba el mar, su olor, su frescura, su bravía en días tormentosos, lo amaba en todas sus formas, quizá se sentía tan identificado con él que ese era el verdadero motivo de su admiración.

    Durante la época de veda vagaba por las costas a pie escalaba acantilados quedándose horas y horas mirando el horizonte acampando en solitario durante días, esos momento eran los que más le agradaban de vivir en la isla, rodeado de lo que más amaba, el mar y sus olas.

    No se había equivocado al abandonar la ciudad donde ejercía la abogacía, había ganado un juicio que le había dejado buenos dividendos los cuales, en un verdadero golpe de suerte había invertido en algunas transacciones en la bolsa los cuales habían aumentado considerablemente su pequeña fortuna y aunque no era millonario le permitieron trasladarse a este pequeño paraíso a vivir desahogadamente, en realidad nunca le agrado vivir entre tanta gente que vivía tan deprisa. Así que no extrañaba para nada la ciudad. No tenia buenos recuerdos de ella, huérfano y siempre solo logro forjarse no sin muchos esfuerzos y penurias, pero ahora la vida le sonreía y al igual que su barca esta navegaba viento en popa.

    Fue en una de esas solitarias tardes cuando la vio venir se encontraba como siempre, en su bungalow, nunca había visto a nadie igual.
    III.
    Su deseo se hizo realidad…

    Ella, al salir del mar sintió como su cuerpo cambiaba, las escamas desaparecieron por completo dando paso a una transformación en su cuerpo, ahora su cola de pez era sustituida mágicamente por un par de largas piernas salió gateando de entre las olas y con un poco de dificultad al principio pudo ponerse en pie, recordó por un momento que alguna vez caminaba erguida, sintió de nuevo la arena entre sus dedos lo que le trajo un recuerdo ambiguo de cuando era niña. Hace tanto tiempo –pensó-.

    Comenzó a andar por la playa y después de un rato venciendo el miedo se aventuró a caminar tierra adentro, no recordaba la forma de la vegetación, los arboles, ni palmeras, ni los cantos de las aves que volaban sobre ella gorjeando parecía que ellas sabían quién era ella, sus cantos como saludos, recordaba sólo un poco del olor de la tierra húmeda ese olor que le embriago al instante, tomó entre sus manos un poco de ella disfrutando su aroma y el viento que mecía sus largos cabellos negros le hizo sentir libre, sin el peso de toneladas de fría agua sobre su cuerpo, emitió un sonido que se le hizo desconocido por alguna razón aun sabía hablar gritó y rio en voz alta. en el mar se comunicaba con algunos de los peces por medio de sonidos muy parecidos al canto de las ballenas, sus mejores amigos eran un cardumen de delfines con los cuales charlaba hora y horas cuando se encontraba en el mar, muy por debajo de la superficie marina, pero ahora podía hablar, el aire se colaba por su nariz llenando sus pulmones y los olores que este traía eran mágicos, ya que en el mar solo se respira agua y los olores son apenas perceptibles, sin embargo aquí, en la superficie estos eran maravillosos una vorágine atrapaba su mente su cuerpo y sus sentidos estaban llenos de nuevas sensaciones, mientras andaba maravillada pudo ver montañas a lo lejos al seguir andando llego a sus faldas y ahí recordó, que ese era el lugar donde vio por última vez la tierra en los acantilados antes que ese mágico hechizo la convirtiera en sirena. Sintió la calidez solar al transcurrir de la mañana su cuerpo se iba calentando, la tierra es cálida, en el mar todo es frio –pensó- y un extraño calor recorría su cuerpo, pero no por el sol parecía que de dentro de ella brotaba ese calorcillo, se sentía viva. Anduvo de aquí apara allá hasta media tarde jugueteando con todo lo que hallaba a su paso se sentía feliz.

    Horas más tarde, pudo observar un poco más adelante sobre la línea de la playa una construcción de donde salía un poco de humo, el olor de este, era maravilloso le atrajo, mientras su estomago sintió un espasmo tenía hambre, estuvo algún rato agazapada entre la maleza observando se veía movimiento en el lugar, un hombre parecía estar atareado de movía por todos lados por fin venció el miedo y se dirigió hacia la edificación.

    Xavi pudo apreciar su silueta dibujada a por los rayos solares del atardecer, con paso lento, ella parecía maravillada parecía que todo le llamaba la atención la miro acercarse hacia donde se encontraba, era la mujer más hermosa que había visto en su vida, sus cabellos movidos por el viento, su cuerpo maravilloso a contraluz, con actitud un poco recelosa se fue acercando a ella, el no pudo evitar mirar que se encontraba desnuda lo que le pareció bastante extraño dio media vuelta - lo que a ella le extraño - entró en el bungalow y trajo para ella con que cubrirle.



    Ella se acerco con confianza la cálida sonrisa y la forma de mirarla le hizo sentirse segura, hasta ese momento no había caído en cuenta de su condición de su desnudez había estado todo el día así pero estaba tan maravillada con todo a su alrededor que no le importo, además no había en el campo con que cubrirse.

    -hola soy Xavi ¿quién eres? ¿De dónde vienes? – dijo él

    -Me llaman Molpe-Aglaópe y vengo de un lugar lejano, solo tengo un día deberé volver, y tengo hambre.

    -Pasa, te invito a comer, tengo algunos pescados en el fuego y algunas cervezas, ven, pasa.

    Ella al entrar pregunto que era una cerveza, el destapo una y la puso en su mano ella bebió al sabor de este extraño liquido amargo le gustó.

    -Hey, cuidado que no es agua, debes tomarla despacio -le dijo- mientras sonreía al ver que ella quería tomarla de un solo sorbo.

    -Hay cosas, como esta, que nunca he probado Xavi, no soy de aquí, enséñame que mas existe, pero que sea delicioso igual que esto – mientras sostenía la casi vacía botella- ella sonrió, mientras hurgaba en la alacena y al tiempo que preguntaba que era tal o cual cosa no dudaba en probar un poco del contenido de los frascos que se encontraban en el lugar, así pudo sentir los sabores olvidados, lo dulce, lo amargo ,lo agridulce, incluso cosas que picaban la boca al comerlas y le hacían sonrojar mientras bebía para apagar el fuego que estas provocaban mientras corría por todo el lugar haciendo aspavientos –el sonreía admirado de la vitalidad y la extraordinaria belleza de Molpe- Aglaópe.

    Por fin la comida estuvo lista, cenaron entre risas la tarde pasaba muy rápido - pensaba Molpe-

    Xavi le contaba cosas que para ella parecían extraordinarias en su mente algo vago de dibujó, era un recuerdo de su infancia, cuando era humana y le gustaba ir a los acantilados, su semblante se nubló un poco, recordó que le quedaba poco tiempo, Xavi pudo ver como cambiaba, dejó de hablar y se acerco a ella y le pregunto.

    -¿Que sucede Molpe-Aglaópe?

    -Nada es un recuerdo –contestó-

    -Debe ser doloroso, se refleja en tu semblante.

    Xavi se acercó a ella aun mas, y le abrazó ella temblaba y se aferro a él, así pasaron algunos minutos que parecieron interminables lo que sentían sobrepasaba lo natural para ambos por fin se separaron, se miraron fijamente y no supieron cómo pero sus labios se unieron en un beso, los virginales labios de Molpe-Aglaópe se entreabrieron para recibir los de Xavi, las manos de el descubrían por primera vez en cuerpo humano de Molpe aunque Xavi no dejaba de sorprenderse de lo frio de su cuerpo y el sabor a sal de sus labios y su piel, sabía a mar, a ese mar que el tanto amaba que añoraba por las tardes después de las faenas cuando observaba el horizonte.

    Ella a su vez se dejaba llevar por lo que su cuerpo deseaba, quería fundirse en uno en ese abrazo y no volver jamás al mar, sintió que el frio del mar en su cuerpo cedía, Xavi sabia a tierra, a dulce y ese calor que transmitía su cuerpo era el mismo que ella sentía después de tanto andar en las profundidades y salir a alguna roca a disfrutar del sol, pero que no podía disfrutar porque después de unos momentos le quemaba la blanca piel y tenía que volver a la mar a ese frio marino.

    Se unieron, la conjunción hizo que sus cuerpos vibraran, la tierra y el mar se unían, como olas suaves en la arena en el ocaso, hasta subir como mar embravecido al chocar con las rocas al arribar la marea, ambos se tornaron tibios, no hubo más frio en los huesos, ni añoranza en la piel bronceada.

    Extasiados terminaron amándose como nunca nadie lo hizo. Después de la tormenta la calma volvió y la noche los sorprendió abrazados aún. Molpe-Aglaópe se levantó, lo miró aun dormido susurro a su oído.

    -Xavi soy una Sirena, siempre te amaré, tengo que partir o moriré, quizás jamás regrese, no me olvides nunca.

    Se incorporó y desnuda como estaba se fue camino al mar…

    En el momento que ella entraba al mar caían de sus ojos lágrimas que al dejar su rostro se convertían en perlas de diamante, que se perdían en las frías aguas que le recibían. Él despertó en ese momento, sobresaltado sentía que parte de su alma se perdía, se congelaba, ahogando un grito salió a buscarle, sabía bien que no era un sueño, gritó su nombre hasta cansarse, corrió a la playa siguiendo las huellas que se borraban ya entre las olas pero no le vio más. Lloró de rodillas ante el mar toda la noche, implorando, suplicando alguien le escuchase y devolviera a tierra a Molpe-Aglaópe.



    IV.

    El pueblo entero sube al acantilado es día de fiesta y luto, hace mucho tiempo, dicen las tradiciones de este pueblo, que Hace muchos años, existió un hombre que escuchó el canto de una Sirena, y que por seguirlo se lanzó al vacío del acantilado buscándole ya sin cordura, donde alguna vez también -hace aun mas años-una niña se perdió…

    El lugar se llama: el acantilado de Molpe-Aglaópe, que traducido es, La musa del bello rostro.
     
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    Última modificación: 11 de Enero de 2016

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