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Nívea Nostalgia

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Nýcolas, 14 de Noviembre de 2012. Respuestas: 2 | Visitas: 575

  1. Nýcolas

    Nýcolas Poeta asiduo al portal

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    No hablaré de los años que he vivido en esta Tierra, ni de mí, ni de nadie. Porque mí es nadie, y nadie, es mí. No hablaré de todos los tiempos que he vivido, ni de todo el tiempo que he visto, no, sólo hablaré «hoy» de lo que fue..., de lo que fue alguna vez un hoy, un día que algún día tuvo vida, que algún día vivió, floreció, bailó y soñó.
    Ningún día jamás es uno. Un día siempre es todos. Y todos los pasados y todos los futuros viven siempre en el ente presente que parece latente marcharse jamás. Nunca vuelven los ayeres así como nunca vuelven los mañanas, nunca..., siempre es nunca. Y es en el ensueño dónde los pájaros son de piedra, y es en el ensueño donde la vigilia es de gélido griego mármol. Y, finalmente, la nieve lo perla todo.
    ¿Y si el piano de cola llueve mares y olas en la tempestad de una sinfonía isabelina? ¿Si las notas tecleadas son las lágrimas del cielo que jamás caer podrán? ¿Y qué si todos los secretos alegóricos se encuentran en cada silencio infinito que habita entre nota y nota y entre letra y letra? Lo irrecuperable; el cándido cantar del pajarito muerto ya, la cálida caricia de un sol de sangre, de una rosa negra o un suspiro eterno, el frágil besar de un viento enamorado, etéreo, abandonado. Lo irremediable; lo perdido en una brisa, el secreto de tus labios, el habla del corazón marchito, el lenguaje del otoño agonizando, el abrazo del invierno cruel, la radiante mirada del estío juvenil, el baile del Eros en las estaciones del año pasajero y la danza falénica alrededor de la vela de cera límpida.
    La evección del gran diamante latente y siempre carmesí, laureado en el impío apetito de una perífrasis sin razón, gira en torno de las almas encendidas en la desiderata cósmica del retorno eterno y constante, eterno y perpetuo. Late muriendo día a día como muere la noche y la flor en una sinfonía, a veces late muerto, a veces late vivo. Los corazones siempre respiran entre escarlatas lágrimas dolidas, la mente es quien viaja al pasado. Sin dolor la reflexión nunca es una completa reflexión, la sangre no posee la verdad, los verdaderos sufrimientos son silenciosos como el viento, terribles como un callado lamento. No, nunca volverá, nunca volverá lo que algún día fue y será, sólo nos pertenecen nuestros recuerdos, pero, ¿por qué encerrarlos en esta pequeña jaulita tan pobre y desdichada? No... hoy no tengo lágrimas en los ojos, y si tuviera un alma sería ella quien por mí lloraría en la altivez de mi consciencia, mas no, mi alma está ausente quizás en el infierno, mas yo me encuentro aquí, en el aquí y ahora único e irrefutable, el único infierno que por el momento podemos por completo conocer; he decidido, con una enorme tristeza antigua, abrir la pequeña puertecita de mi jaula interior y dejar volar todos mis recuerdos, y sonrío mientras pienso y por dentro me digo, «qué sean libres». Porque no soy el amo de esta maldita Tierra, porque no soy el rey de ningún maldito Estado ni mucho menos de una utópica cosmocracia mundial, no soy el jefe de pobres siervos que no pueden ya soñar ni el patrón enajenado de un par de esclavos, por ello, no puedo dejar libre a nadie..., al menos, hasta ahora. Le doy la libertad, por ello, a mis pequeños recuerdos eternos para que vuelen libres por el libre cielo, para que vuelen efímeros como la mariposa buscando felices el eterno amor al otro lado del río, atravesando océanos al otro lado de la tierra, viajando a través de sueños... al otro lado del universo.
    Con el tiempo, soy lamentablemente consciente que me iré vaciando hasta ser sólo una reja, sólo un barrote frío y oxidado. Pero libre como el niño que alguna vez vivió en un sueño y que por ello, no pudo soñar. De algo jamás nos podremos vaciar, y esa es nuestra prisión. Nuestro cuerpo es una cárcel, y sómos la cárcel en sí. Sentimientos y sensaciones, sensibilidades mágicas, una pareja astral de amores infinitos nos acompañan hasta el final del camino, por siempre y hasta siempre.
    Podrán morir todas nuestras sonrisas pero siempre tendremos la posibilidad de volver a reír. Aunque algunos estemos muertos. Oh... he deseado con tanto fervor un día rojo como el corazón más palpitante, y lo obtuve, aunque sea en su forma más efímera y audaz, mas lo tuve. Y ahora, he deseado tanto el día negro como la ánima noche de una flor única e inexistente... con tanta pasión y fervor, con tanto... amor..., que lo he obtenido. Pero en ambos casos trataba con ilusiones, y lo sabía... siempre lo supe. No me apasionan los objetos ni la posesión banal. Por eso, esas ilusiones se marcharon ni bien las acaricie con la mirada, como la falena que huye de la hermosa enamorada. ¡Y qué gran dolor y qué gran felicidad!, como la despedida mortal que nos acaricia y nos desgarra, así, la pluma del amor desconocido me ha visto. Su idioma es el silencio, sus letras la mirada, su ritmo el corazón y su sentido la esencia del perfume. ¿Cómo mostrar lo que no se ve?, ¿cómo enseñar lo conocido en apariencia desconocido?, ¿cómo no amar como los que no aman..., si mi mundo es un infierno apacible y níveo como una nostalgia íntegra en la cúspide de lo inexplicable? Tengo las manos vacías, pero el sabor en mi tacto, el gusto del aroma de las flores, de las lunas que fueron y que son, el despertar de los sentidos dormidos en un cuerpo físicamene sobrio mientras siempre de ebrio espíritu, me cantan la melodía vertebral de un día en esta vida, la orquesta del vivir, de una vida en este día; no se ve con la superficie nunca, más que lo superficial del siempre y el jamás.
    Fui afortunado, aunque maldito, vil criatura de las calles, totalmente afortunado. El tremendo sufrimiento que no deseo dominar, el poderoso dolor que no deseo domar, me aturden a gritos sollozantes la súplica del abismo. Es con todo ello que deseo y vuelvo a desear, hasta retornar al no-deseo del desear, y anulado, sueño y luego existo; pienso y reflexiono con el corazón, siento y sufro con la mente, y con ambos, anhelo desde los calabozos de lo ínfimo un querer más... pero sé que eso «hoy» es imposible. Porque para un maldito, todo cielo es imposible. Somos los huérfanos, los sin padre, y nuestra casa está allí abajo. Lo sé, querida alma, lo sé... siempre es un hoy, y es en ese instante, en este momento, en donde se derrumba la imposibilidad de lo perfecto y lo imperfecto, porque recuerda... siempre es un hoy, y vivimos en el siempre. Siempre vivimos en el siempre. Siempre.
    Sin embargo... nunca jamás volverá lo perdido... lo que alguna vez anhelado fue, lo que con vehemencia y ansias fue deseado, eso y mucho más... nunca jamás volverá. Nunca y jamás. Nunca.
    Jamás.


    [Escrito el lunes, 9 de enero de 2012 a la(s) 5:11]
     
    #1
    Última modificación: 14 de Noviembre de 2012
  2. Alizée

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    Nýkolas:
    Un escrito conmovedor y colmado de nostalgia, un alma que anhelante deja marchar y queda vacía, que siendo vaciada es libre. ¿Cómo liberarse de los recuerdos que inherentes al pensamiento viajan y deambulan por todo el ser?. Llega tan profundo que no sabes si reir o llorar. Marco unas líneas que hacen eco, sin embargo, todo cuanto leí me parece sublime. Te dejo estrellas, mi cordial saludo, mi cálido abrazo y mi sonrisa iluminada desde acá ♥ .Gracias por compartirlo.

     
    #2
  3. Nýcolas

    Nýcolas Poeta asiduo al portal

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    ¡Ah!, creo que este es el 'último mensaje' al que hacías referencia. Lo vi ni bien publiqué el escrito, pero quería tomarme tiempo para responderlo bien. Pues de todos modos tú sabes cuánto valoro tus ojos, tu mirada, tu voraz corazón navegando en las saladas aguas de mi candente mar sintáctico. Gracias por tus fieles lecturas, mi amor, un beso. ♥
     
    #3

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