Organza

Es necesario el fulgor de la noche, en tanto pueda vivir mi nocturnidad acechante.

Nadie me espera en ningún lugar preciso, solo el vacío vigorizante.

El cóctel viral de la confusión, doblega y prefigura la hecatombe carnicera y abstracta de mis pensamientos.

La oscuridad me precede a pesar de todo.

Este nudo en la garganta, no se irá tan fácil.

Una vez contrahecho el entusiasmo precoz, de esta malformación lúgubre e inconcreta.

Tal vez perezca.

La holganza indolente deformará toda ensoñación media y deberé atenerme a las consecuencias.

Pues nadie sabrá de mi hervidero interior.

La catálisis reaccionaria de mi transformación.

La disimetría compacta, esa genialidad improporcionada que me acompaña en estas lides.

Con la gentileza de mi perspectiva idílica, extirpada de las imágenes Burdas que anidan en su condición.

Soportaré el letárgico aturdimiento de sus miradas

Aunque no sepan ver nada entre mis nadas.

Distribuiré algoritmos y ecuaciones y certeras sinrazones, deformes delirios de figuras sometidas a resignificar su esencial postura ante los ojos ciegos de la humanidad.

Procesaré enfermizo, los artilugios exactos, para colectivizar la gama de mi pensamiento.

Ser conviviente es vital, a pesar de todos mis presagios.

Ni siquiera mi soledad es única, porque en mis pensamientos, están mis convivientes.

Esta noche con el afán de subsistir un día más, colocaré la organza invisible sobre mí.

Hundiéndome en ella, para cubrir la verdadera identidad que llevo dentro.

La organza será un cascar de convivencias.

Y mi paso por sus vidas, será amable una vez más.