Presentaciòn

En algún momento de mi infancia, mi padre está usando la Biblia y los coscorrones como sui generis estilo pedagógico, para enseñarme el arte de la lecto-escritura.

Con ese libro fundamental y a tráves de mi imaginación creo y recreo mundos, me lleno de terrores nocturnos, sospecho de la existencia de placeres, me confundo, pero sobre todo, descubro el poder creador de la palabra.
Corre el tiempo, y estando en la Escuela Primaria, me doy cuenta que no todos son hábiles en el manejo de la palabra, ni yo, pues el lenguaje me traiciona y no fluye fuera de mi, soy un niño parco y temeroso. Más sin encambio la fantasia persiste y logro con ella y con la escritura, contar historias, crear historias, con ellas logro agradar a los demás y subsanar mis carencias en el trato social.
Con los libros de texto, la poesía se presenta en mi vida, versífico sin ton ni son, sin gracia ni elegancia, copio estilos, me robo frases, pero me atrevo a regalar esos primeros versos a mis compañeras del quinto grado... y de allí en adelante la poesía será vehículo y vínculo para relacionarme con mis semejantes. Escribiré para mi propio gozo, escribiré para que otros puedan allegarse los favores de esquivas jovencitas.
Entonces, ya en la Escuela Secundaria, sé que la palabra es creadora de múltiples posibilidades (destructora también), y que muchos otros han escrito historias alegres, tristes, trágicas, apasionadas, amorosas, heroícas, llenas de vida. Me dispongo y me propongo leerlas todas, pues entre más leo, más puedo hablar de los otros, más puedo apropiarme de historias ajenas y hacerlas pasar por propias, así puedo ocultar mi historia en otras, así puedo ocultar mi rostro tras de diversas máscaras, jugando con la posibilidad de no ser yo y ser muchos otros.

Pero no sabía lo que después vendría, pero no sabía que la vida me deparaba muchas tristezas y decepciones. No sabía que tendría la certeza de que nada en la vida era permanente, y que nada era bueno para siempre, y que la felicidad no podía ser eterna. Lecturas pesimistas y oscuras confirmaban la grisura del mundo que me rodeaba, en verdad nada me importaba en demasía, ni los azares de la amistad, ni los distintos paisajes visto en todo el país, ni las mujeres que se interesaron por mi, ni los queridos libros, ni la música, ni siquiera el alcohol y todas sus borracheras... y si no hubiera sido por la poesía me hubiera perdido del amor a la vida, del amor a mis hijas; Paulina y Julieta, y del amor de Aixa, pero sobre todo del amor de María Cruz.

Porque sino hubiera sido por la poesía, tendría que haber salido a la calle con una gran hacha a agredir a propios y a extraños, porque mi parte maligna hubiera prevalecido, haciendo sufrir a los demás. Porque a través de la poesía mis temores y fantasmas han ido desapareciendo (alguno que otro queda por ahí), porque a partir de la poesía le doy cierto sentido a mi vida.

 

Querida Maramín
Acepto el error cometido, no se repetirá. Agradezco tu bienvenida y cuéntame como tu amigo. Besos.