Taciturno.

Oh de mi persona y aletarga lejanía. Vivo a la deriva, como un transeúnte, que espera el tren en la estación de la vida, en la terminal que es esta urbe.
Digo al más lejano ser, estancado, que el más cercano por el esta luchando, son dos almas en pena, que por encontrarse están peleando.
Aquella obscuridad tan profunda cual océano, se presenta de vuelta, buscando a los hombres para devolverlos, de donde alguna vez salieron.
El tempus es solamente una percepción irrealista, la aevum no se mide en letras, si no en experiencias, el alma solitaria recluida cual naufrago en una isla.
Ya no veo al sol asomarse por el cielo, espero que más adelante mis versos no se los lleve el viento, el paisaje sirve de escena a un alma salvaje.
Hoy me bajo del tren, no hay quien respire alrededor, es una buena señal. Ha terminado mi viaje.