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Tipos de versos de arte menor - Aportación teórica

Tema en 'Ensayos y artículos sobre arte poético' comenzado por Francisco Redondo Benito, 23 de Enero de 2008. Respuestas: 7 | Visitas: 123528

  1. Francisco Redondo Benito

    Francisco Redondo Benito Moderador/enseñante del subforo de MÉTRICA y RIMA

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    30 de Enero de 2007
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    1. Introducción.

    Se pretende con esta aportación teórica hacer una descripción de las características métricas y rítmicas de los versos llamados de arte menor en la lengua castellana. A este respecto conviene resaltar en primer lugar que se llaman versos de arte menor a aquellos que constan de ocho sílabas rítmicas o menos entendiendo por sílabas rítmicas – a diferencia de las sílabas gramaticales – las unidades cuantitativas de medida con arreglo a las normas de la métrica poética española, es decir, teniendo en cuenta el efecto de las licencias poéticas del tipo de sinéresis o diéresis, sinalefa o hiato, y el del acento final de verso.

    La redacción de este trabajo se va a basar, en los conocimientos del autor, reforzados por la información obtenida en la consulta de los textos mencionados en el epígrafe de bibliografía (epígrafe 4).

    Esta aportación teórica se irá se va a ir publicando en forma incremental y enriqueciendo de forma progresiva, y se admitirán durante el proceso de su escritura las sugerencias, preguntas y dudas de los lectores, que pudiera ir enriqueciendo el texto, siempre bajo la moderación del autor. Se invita por tanto a los asiduos al portal a participar en esta tarea.​

    2. Algunas cuestiones comunes a la métrica y la acentuación de los versos de arte menor.

    2.1. Licencias métricas.

    Como se ha dicho en el epígrafe de introducción la diferencia entre las sílabas gramaticales y las que maneja la métrica poética proceden fundamentalmente de dos causas: las licencias poéticas y el acento final de la última palabra del verso. Las licencias poéticas (sinéresis, diéresis, sinalefa e hiato, a las que se podrían añadir la sinafia y la compensación) se refieren en todos los casos a las maneras de reunir o separar los grupos de vocales situadas de manera contigua bien en el interior de una palabra bien entre palabras consecutivas bien entre final de un verso y comienzo del siguiente. La mayoría de estas licencias ya las he descrito en otras aportaciones teóricas en este Portal (veánse a este respecto las correspondientes en el Taller del endecasílabo, tema adherido a este mismo Foro), por esa razón las doy por conocidas. Y al que no las conozca le remito a aquel tema donde se trata de ellas extensamente. Lo mismo sucede con el efecto en el verso del acento final: también lo describo extensamente en el Taller del endecasílabo, y todo lo dicho para aquel tipo de verso sirve igualmente para los que vamos a ir analizando.​

    2.2. Palabras acentuadas.

    En toda palabra, si se la considera aisladamente, especialmente si es polisílaba – es decir, si consta de varias sílabas - , siempre existe una sílaba sobre la que carga el acento en su pronunciación. Esa sílaba recibe el nombre de sílaba tónica. Según esto, considerada aisladamente, toda palabra es acentuada.

    Sin embargo todo este concepto cambia si consideramos las palabras no ya aisladas de las demás que la acompañan en el discurso sino como partes de una frase – o un verso – en el momento en que aquella o este son pronunciados como partes de un discurso oral. En el discurso oral las palabras se ligan unas con otras y en esas condiciones puede observarse que algunas palabras tienen un papel más importante mientras que otras se usan como meras auxiliares de las primeras. El énfasis del acento recae sobre las palabras de papel importante mientras que las otras se pronuncian ligadas a aquellas como si no tuvieran acento. Llamamos a las primeras palabras acentuadas o tónicas y a las segundas, palabras inacentuadas o átonas. El saber distinguir qué palabras son de un tipo o de otro es fundamental para la composición poética, porque de la acentuación de las palabras que lo componen va a depender el ritmo interior de un verso. ¡Nada menos!

    El tema del acento en el verso es el objeto del primer capítulo de la Métrica española de Antonio Quilis. Allí se trata este asunto con bastante extensión (16 páginas) y con mucho rigor. Obviamente me veo obligado a dar tan solo unas pinceladas sobre tema tan extenso, y en todo caso remito al lector a la consulta del libro de Quilis si quiere estudiar el tema a fondo.

    Las palabras que en español son siempre acentuadas son:

    a) El nombre o sustantivo: gato, mesa, etc.
    b) El adjetivo (excepto posesivos): negro, gris, triste, etc.
    c) El pronombre tónico, que figura como sujeto o complemento con preposición: tú, él, nosotros, para mí, para ti, etc.
    d) Los pronombres o adjetivos indefinidos: algún, alguno, ningún, ninguno, algo, etc.
    e) Los pronombres posesivos: mía, tuyo, vuestro, etc.
    f) Los demostrativos, tanto pronombres como adjetivos: este libro, aquel, etc.
    g) Los numerales, tanto ordinales como cardinales: dos, mil, primero, etc.
    h) Los verbos, tanto principales como auxiliares: come, se casan, ha comido, es, etc.
    i) El adverbio: poco, mal, etc.
    j) Las formas interrogativas qué, cuál, quién, cómo, dónde, cuándo, cuánto.​

    Y luego hay una extensa casuística para las palabras átonas, que a veces dependen de la situación en la frase, y que sería muy larga para ponerla aquí.

    Excepcionalmente, el poeta puede cambiar esa situación con su artificio, como se puede ver en la siguiente quintilla mía:

    Hoy quisiera hablaros de
    el progreso en versear
    que en este foro se ve,
    por lo poco que yo
    del medir y del rimar.

    Fíjense en los monosílabos en que acaban los versos 1º, 3º y 4º (de, ve, se). Según las reglas de antes sólo serían tónicos los dos últimos por ser verbos, mientras que de es preposición, y como tal átona. Pero al situarla al final de verso se convierte en tónica (artificiosamente, por la pausa de fin de verso) y funciona como tal, y el artificio resulta gracioso porque la intención del poeta es patente. Pero en medio de un endecasílabo el artificio va demasiado a contrapelo, salvo que el que lo vaya a recitar sea muy bueno. Y eso es mucho confiar.

    Y ahora, si hablamos ya tan sólo de las palabras acentuadas, éstas, según la posición de la sílaba acentuada dentro de la palabra se clasificarán en:

    1. Oxítonas (o agudas) cuando la sílaba acentuada es la última (o la única) de la palabra: pagar, cené, mamá, papel, vi.
    2. Paroxítonas (o llanas), que son las más comunes en castellano, cuando la sílaba acentuada es la penúltima de la palabra: cencerro, amada, tierno.
    3. Proparoxítona (o esdrújula), cuando la sílaba acentuada es la antepenúltima de la palabra: célebre, bolígrafo, católica, régimen.
    4. Sólo en formas compuestas por adición de sufijos se obtienen palabras superproparoxítonas (o sobresdrújulas) en que la sílaba acentuada es anterior a la antepenúltima de la palabra: cómetelo, recogiéndoselo.​

    Estos nombres pasan a los versos y así se habla de:

    1. Verso oxítono o agudo
    2. Verso paroxítono o llano
    3. Verso proparoxítono o esdrújulo

    , si lo es, en cada caso, su última palabra.​

    2.3. Anacrusis, periodo rítmico, tipos de pies rítmicos de verso.

    Siguiendo a Baehr, que a su vez desarrolla ideas de Tomás Navarro, en el verso, a los efectos del estudio de su ritmo se distinguen tres partes:

    Anacrusis – Periodo rítmico – Periodo de enlace

    co – rriendo van por la - vega​
    Anacrusis = conjunto de sílabas iniciales átonas del verso situadas antes de la primera acentuada. Falta en los versos cuya primera sílaba es tónica.
    Periodo rítmico = porción consecutiva del verso que va desde la primera sílaba con acento hasta la sílaba inmediatamente anterior a la última acentuada.
    Periodo de enlace = está formado por la última sílaba acentuada del verso seguida de las demás sílabas átonas si las hubiera. En versos agudos constará de 1 única sílaba gramatical; en llanos, de 2; en esdrújulos de 3.​

    El periodo rítmico (también llamado periodo interior rítmico o periodo interior) es la parte del verso donde se materializa la modulación de intensidad rítmica que lo caracteriza. En este a su vez se distinguen partes más simples formadas por una, dos o tres sílabas rítmicas consecutivas de las que solo una de ellas tiene acento y marca el ritmo a las demás átonas del grupo. Estas pequeñas unidades rítmicas con estas características se llaman pies de verso ( o cláusulas rítmicas según Andrés Bello). Estos pies de verso, desde Antonio Lebrija hasta la actualidad se denominan como sigue:

    yambo (oó)
    troqueo (óo)
    dáctilo (óoo)
    anfíbraco (oóo)
    anapesto (ooó)​


    donde o simboliza una sílaba átona, y ó , una acentuada. En realidad los cinco tipos quedan reducidos al troqueo y al dáctilo porque estudios fonéticos han demostrado que, para el oido español, el pié de verso, como el compás de música, debe iniciarse con una sílaba acentuada de mayor o menor intensidad, pero nunca con una átona. Veamos dos ejemplos de versos resueltos en pies de verso, uno en troqueos y otro en dáctilos:

    A – donde – vas per –dida
    [o] óo óo óo​

    El – nido de- sierto de – mísera – tórtola
    [o] óoo óoo óoo óoo​

    En ambos casos la cláusula entre corchetes corresponde a la anacrusis, los tres primeros pies forman el periodo rítmico, y el último pié corresponde al periodo de enlace.

    Usaremos todos estos elementos al describir cada tipo de verso.



    2.4. Posición de los acentos en el verso.​


    A diferencia de lo que sucede en los versos de arte mayor (pensemos en la estricta normativa que rige la posición de los acentos en el verso endecasílabo), en los de arte menor existe una libertad casi completa para disponerlos, lo que hace que escribir versos de arte menor sea mucho más fácil en general que hacer lo propio con los de más de 8 sílabas.

    Realmente la única condición a cumplir en cuanto a los acentos es la siguiente:

    • Si el verso tiene N sílabas rítmicas, la sílaba N – 1 ha de ser acentuada.​

    es decir,

    - en un octosílabo la séptima sílaba debe ser acentuada;
    - en un heptasílabo la séxta sílaba debe ser acentuada;
    - en un hexasílabo la quinta sílaba debe ser acentuada;

    y así sucesivamente

    - en un bisílabo la primera sílaba debe ser acentuada.​

    El resto de los acentos del verso, si los hubiera, pueden ir casi en cualquier posición antes de la penúltima; las escasas excepciones, si las encontramos las iremos viendo al describir cada tipo de verso. Tampoco hay que preocuparse demasiado de los efectos antirrítmicos que se producen cuando caen acentos en dos sílabas consecutivas, porque en los versos de arte menor esos efectos se atenúan. Por ejemplo:

    Amor me tu consuelo

    Humillád conde la espada (en negritas las sílabas con acento).​

    Ambos son octosílabos válidos, redondos y sonoros sin que la contigüidad de los acentos secundarios 2º y 3º en el primer verso, 3º y 4º produzca ninguna perturbación del ritmo.

    Todo esto es así porque la estructura del verso de arte menor es meramente silábica, a diferencia de los de arte mayor, en que suele ser silabo-tónica, es decir, que en su construcción importan tanto la posición exacta de los acentos en ciertos lugares del verso como su propia medida en sílabas. Esto no quiere decir que la posición de los acentos en los versos menores no tenga importancia. La tiene y, de hecho, en base a ello se consigue el ritmo peculiar de cada verso, pero no es un factor limitante en la composición, y queda al arte del poeta.​

    3. Tipos de versos de arte menor.
    3.1. Versos no autónomos.

    La razón de que tanto el bisílabo como el trisílabo sean considerados versos no autónomos está en que cada uno de ellos consta de un único pie: troqueo en el bisílabo, anfíbraco en el trisílabo, por lo que el ritmo del poema no se produce en cada verso en sí sino en la sucesión de versos recitados de corrido (el ritmo es el resultado del contraste de dos o más pies de verso seguidos, y esto solo se produce, solo es posible a partir del tetrasílabo

    3.1.1. Bisílabo.

    Es el verso más corto que se puede escribir en castellano. En efecto, un monosílabo, por ser necesariamente agudo, tendría dos sílabas. De hecho el bisílabo tiene cuando

     Agudo, una sola sílaba gramatical: paz
     Llano, dos sílabas gramaticales: perro
     Esdrújulo, tres sílabas gramaticales: pértiga

    El bisílabo carece de anacrusis y de periodo rítmico, y es por tanto, todo él periodo de enlace. Consta, como ya se dijo, de un único pie de verso, acentuado en la primera sílaba: óo, es decir, un troqueo. No obstante como también se dijo, el ritmo no se obtiene en cada verso en sí sino por concatenación de una sucesión de ellos.

    Durante mucho tiempo el bisílabo solo se utilizó si acaso como verso auxiliar, en combinación con otros, para producir efectos especiales, como el eco. Tan solo a partir del Romanticismo se ensaya su uso independiente:

    Noche
    triste
    viste
    ya
    aire,
    cielo,
    suelo,
    mar.


    Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)​


    3.1.2. Trisílabo.

    El verso trisílabo, según lo dicho en 2.4, debe llevar su acento principal en la segunda sílaba y, en consecuencia, las dos sílabas restantes deberían ser átonas (si fuera acentuada la 1ª - que puede serlo – irían dos sílabas seguidas con acento, lo que produciría un efecto antirrítmico; si lo fuera la 3ª, el verso no sería trisílabo sino tetrasílabo, por la regla de los versos agudos). La estructura rítmica que necesariamente tiene el trisílabo es, pues, considerando todo el verso como un único pié, oóo, es decir, anfíbraco. Sin embargo, como ya se dijo del bisílabo, al constar de un único pié el verso carece de autonomía rítmica, y el ritmo que se forma realmente, al recitar una serie de ellos, es dactílico (si se deja la primera sílaba del primer verso como anacrusis, y se van enlazando las dos últimas de cada verso con la primera del verso siguiente) como puede verse en el siguiente ejemplo:

    Que corren, [o] ó o -
    que saltan, - o ó o -
    que ríen, - o ó o -
    que parlan, - o etc.
    que tocan,
    que bailan,
    que enredan,
    que cantan
    […]​

    Tomás de Iriarte (1750-1791)

    El trisílabo aparece combinado por primera vez con octosílabos con Cervantes en el ovillejo, y hay que aguardar a los neoclásicos, en el siglo XVIII, para encontrarlo en uso no combinado, gusto que se continúa con los románticos y va decayendo con el modernismo. Modernamente lo ha usado en dos ocasiones Jorge Guillén.​

    3.2. Versos autónomos.

    Son aquellos que, por constar de más de un pie de verso, puede establecerse dentro de ellos un ritmo bien definido.

    3.2.1. Tetrasílabo.

    El tetrasílabo o verso de cuatro sílabas rítmicas es, por lo que venimos diciendo, el verso más corto que posee autonomía y ritmo propios. Y esto es así porque su tamaño da de sí para establecer dos pies de verso. En efecto, según lo dicho en el epígrafe 2.4, en el tetrasílabo ha de acentuarse obligatoriamente la tercera sílaba; y siendo esto así, y, excluyendo la segunda por ser contigua a aquella, nos queda tan solo la primera para colocar otro acento. De esta manera la acentuación lógica para el tetrasílabo es

    óo óo​


    lo que nos da como resultado dos troqueos, o sea, un ritmo trocaico puro:

    A una mona
    Muy taimada
    Dijo un día
    Cierta urraca
    […]​



    Tomás de Iriarte (1750-1791)​


    Históricamente el tetrasílabo se usa sin autonomía, combinado con octosílabos en coplas caudatas en el siglo XIII y en el discor del siglo XV, y no es hasta el Neoclasicismo del siglo XVIII cuando se generaliza su uso autónomo sin combinar con otros. El Romanticismo, con Gertrudis Gómez de Avellaneda y Espronceda entre otros, lo practica, y luego su uso se diluye y hace mucho menos frecuente, aunque Rubén Darío y Antonio Machado lo emplearon esporádicamente.​

    3.2.2. Pentasílabo.

    El pentasílabo tiene cinco sílabas rítmicas, de las cuales es obligatorio que la cuarta sea acentuada y las contiguas, tercera y quinta, átonas. Siendo esto así, un posible segundo acento puede caer sobre la primera o la segunda sílabas, aunque no sobre ambas a la vez. Esto da lugar a dos tipos diferentes de pentasílabo en lo que se refiere a su ritmo:

    1) El tipo dactílico. Cuando el segundo acento va sobre la primera sílaba, y el primero, como siempre sobre la cuarta. Su esquema es

    óoo óo​


    es decir, no existe anacrusis, el periodo rítmico consta de un único dáctilo y el de enlace esta formado por un troqueo. Ejemplo:

    Nada te turbe,
    nada te espante,
    todo se pasa.


    Teresa de Jesús (1515-1582).

    2) El tipo trocaico. Cuando el segundo acento recae sobre la segunda sílaba, y el primero, como siempre sobre la cuarta. Su esquema es

    o óo óo​


    es decir, la anacrusis está formada por la primera sílaba, átona, y tanto el periodo rítmico como el periodo de enlace están formados por un troqueo cada uno. Ejemplo (versos 1º y 3º):

    Alguna vez,
    otro pensamiento,
    serás contento


    Cristóbal del Castillejo (1490[?]-1550)

    En las series largas de pentasílabos suelen mezclarse ambos tipos rítmicos, raramente se usan todos los versos del mismo tipo, o sea, que su uso común es polirítmico.

    Como viene sucediendo en los versos cortos que hasta ahora hemos visto su uso más corriente es combinado con versos de otra longitud, y, en el caso del pentasílabo, su compañero más corriente es el heptasílabo, con el que hace de pie quebrado, fundamentalmente en la seguidilla:

    ¡Ay río de Sevilla,
    qué bien pareces
    con tus velas azules
    y ramos verdes!


    Lope de Vega (1562-1635)​

    También actúa como verso auxiliar del endecasílabo en la variante sáfica.

    Su uso autónomo empieza en el siglo XV, se asienta en el Siglo de Oro, y empieza a decaer en el Romanticismo, aunque Bécquer siente especial predilección por él. Con el Modernismo se usa esporádicamente, pero no desaparece y llega hasta la generación del 27 y Federico García Lorca (Canción china en Europa).​

    3.2.3. Hexasílabo.

    Se llama también verso de redondilla menor. Tiene seis sílabas rítmicas de las cuales es obligatorio que sea acentuada la 5ª, siendo átonas las dos contiguas, 4ª y 6ª. Se reconocen dos subtipos o variantes rítmicos:

    1) El subtipo trocaico, acentuado en las sílabas impares: 1ª, 3ª y 5ª, de manera que el periodo rítmico queda formado por dos troqueos y el de enlace por un tercero, según el esquema rítmico

    óo óo óo

    como por ejemplo:

    ¿Vuelve el polvo al polvo?
    ¿Vuela el alma al cielo?
    ¿Todo es vil materia
    podredumbre y cieno?


    Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

    2) El subtipo dactílico, que lleva, además de en la típica 5ª, acento en la 2ª, mientras la 1ª se considera anacrusis, el periodo rítmico lo ocupa enteramente un dáctilo, y el de enlace un troqueo, según el esquema;

    [o] óoo óo

    como en este otro ejemplo:

    La luz, que en un vaso
    ardía en el suelo,
    al muro arrojaba
    la sombra del lecho.

    Gustavo Adolfo Bécquer

    El uso del hexasílabo en series largas es generalmente polirítmico, mezclándose según arte los dos subtipos descritos.

    Históricamente el hexasílabo, que procedía de la tradición latina, pasa al castellano con el esquema rítmico trocaico que le era propio, pero muy pronto, tanto en la versificación castellana como en la galaico-portuguesa se empieza a usar conjuntamente con el esquema dactílico. El hexasílabo es pues de gran antigüedad, se da en la versificación amétrica, y se registra en la métrica o isosilábica en la serrana del Arcipreste de Hita:

    Cerca la Tablada,
    la Sierra pasada …

    se generaliza y para los siglos XV y XVI ocupa el tercer lugar ede entre los tipos usados, detrás del octosílabo y el endecasílabo. Y así continúa entre los neoclásicos (siglo XVIII), muy aficionados a los versos cortos, y aunque decae algo en el Romanticismo, se mantiene no obstante hasta el Modernismo (Rubén Darío – Raza, Villaespesa – La rueca), y su uso dura en la práctica hasta la actualidad.​

    3.2.4. Heptasílabo.


    El heptasílabo es el verso de siete sílabas, también llamado, como el hexasílabo, verso de redondilla menor, o anacreóntico o de endecha.

    La única condición en cuanto a la disposición de los acentos es que la sexta sílaba ha de estar acentuada, mientras que las contiguas, 5ª y 7ª, son átonas. La posible existencia de otros acentos sobre alguna o algunas de las primeras cuatro sílabas determinan los diferentes ritmos del heptasílabo y, a su vez, los diferentes tipos de esta modalidad de versos. Son estos:

    1) Trocaico (o yámbico), con anacrusis en la 1ª sílaba y acentos en 2ª, 4ª y 6ª (alguno de los dos primeros puede faltar):

    Y todo bulle y vive [o] óo óo óo
    El sabio con corona [o] óo oo óo
    Como león semeja [o] oo óo óo

    2) Dactílico (o anapéstico), con las dos primeras sílabas en anacrusis y acentos en 3ª y 6ª:

    Cien insectos alados [oo] óoo óo

    3) Mixto de tipo A (periodo rítmico = dáctilo + troqueo), con acentos en 1ª, 4ª y 6ª sílabas:

    Dórida ingrata mía, óoo óo óo

    4) Mixto de tipo B (periodo rítmico = troqueo + dáctilo), con acentos en 1ª, 3ª y 6ª sílabas:

    Islas blancas y verdes óo óoo óo

    Los distintos tipos pueden extenderse en largas series monorrítmicas o alternarse entre ellos a gusto del poeta de manera polirrítmica (uso más habitual)

    Desde un punto de vista histórico el heptasílabo procede de una forma de dímetro yámbico, de la poesía hímnica latina. Se le conoce por primera vez en las jarchas de los siglos XI y XII, y después en los cantares de gesta (Poemas del Mío Cid, Roncesvalles, etc.). Alcanza su mayor difusión como hemistiquio del alejandrino en la cuaderna vía del mester de clerecía. Sin embargo nunca llega a superar en popularidad en castellano al octosílabo, el verso español por excelencia. No obstante el heptasílabo se mantiene en un honroso segundo lugar entre los versos de arte menor después de aquel. Su mayor auge como verso autónomo lo alcanza en el siglo XIV con las 686 redondillas de los Proverbios morales de Sem Tob de Carrión, y luego su uso decae.

    Tiene un segundo periodo de vigencia como verso de combinación de origen italiano, como pie quebrado del endecasílabo – con el que armoniza extraordinariamente bien – en la canción petrarquista y sus derivadas, la silva, la lira, la estancia, etc. y, en todo caso, como hemistiquio del alejandrino.

    De esta manera el heptasílabo atraviesa todos los movimientos poéticos: Neoclasicismo, Romanticismo, Modernismo - que relanza con fuerza el alejandrino, y con él su hemistiquio, usado en forma generalmente polirrítmica -, Generación del 27 y llega hasta nuestros días sin decaer en su vigencia, aunque siempre a cierta distancia del octosílabo.


    3.2.5. Octosílabo.

    Corriendo van por la Vega,
    a las puertas de Granada,
    hasta cuarenta gomeles
    y el capitán que los manda.

    Al entrar en la ciudad,
    parando su yegua blanca,
    le dijo este a una mujer
    que entre sus brazos estaba:

    -Enjuga el llanto, cristiana,
    no me atormentes así,
    que tengo yo, mi sultana,
    un nuevo Edén para ti …


    “Oriental” – José Zorrilla (1817-1893)

    El octosílabo es el verso español por excelencia. No sólo por su origen histórico, netamente popular y autóctono, a diferencia de sus más directamente competidores: el endecasílabo o el heptasílabo, con vestigios de origen italiano, o el hexasílabo, de orígenes latinos. No sólo por sus raíces folklóricas, populares ni por ser el que más se ha compuesto, declamado, usado tanto en poesía, como en canción, teatro y hasta, como veremos, en prosa sino porque es el que mejor se identifica y armoniza de manera natural con los ritmos elementales del lenguaje. Dicen a este respecto los estudiosos de la fonética que el octosílabo coincide con el grupo fónico medio en castellano. Conviene aclarar que se entiende como grupo fónico el número de sílabas fonéticas emitidas en el curso de una respiración (aspiración-emisión de sonido-expulsión del aire); pues bien en castellano ese número de sílabas es por término medio de ocho (once como máximo). La consecuencia inmediata de este hecho es que el lenguaje hablado tiende a realizarse en grupos de sílabas con un promedio de unas ocho; es decir, que bascula hacia el octosílabo. Es por lo que algunos dicen que el lenguaje en prosa tiende a organizarse en octosílabos. Sea o no esto así, lo cierto es que en poesía en castellano el verso más usado ha sido, y aún es, el octosílabo.

    El octosílabo es, por otra parte, un verso sin apenas complicaciones. En lo referente a los acentos la única norma fija es que la séptima sílaba debe ir acentuada. Y esto arrastra el que las dos contiguas a ella, la 6ª y la 8ª, sean átonas. Esto no obstante sólo implica una prohibición tajante en el caso de la 8ª, ya que, de ser acentuada, el verso pasaría a tener 9 sílabas; de ser acentuada la 6ª, el verso seguiría siendo octosílabo pero se produciría un efecto antirrítmico, que haría desmerecer algo su sonoridad sin que fuera necesariamente incorrecto. Supongamos en todo lo que sigue que tanto la 6ª como la 8ª van sin acento. Nos quedarían cinco sílabas, de la 1ª a la 5ª, en que situar los acentos secundarios, que definirán completamente el ritmo del verso y nos permitirán establecer los diferentes tipos de octosílabos. Estos son:

    1) El tipo trocaico, con anacrusis de las dos primeras sílabas y acentos en 3ª, 5ª y 7ª. El periodo rítmico queda, pues, formado por dos troqueos, y el de enlace por un tercer troqueo. Ejemplo:

    El aroma de tu nombre [oo] óo óo óo
    el recuerdo de sus ojos

    La lluvia – Manuel Machado (1874-1947)

    2) El tipo dactílico, sin anacrusis, y acentos en 1ª, 4ª y 7ª sílabas. El periodo rítmico alcanza su mayor tamaño, de la 1ª a la 6ª sílabas y está formado por dos dáctilos, y el de enlace, como siempre, por un troqueo. Ejemplo:

    Vuélveme, vuélveme, moro óoo óoo óo

    José Zorrilla (1817-1893)

    3) El tipo mixto A, acentos en 2ª, 4ª y 7ª, con la 1ª sílaba en anacrusis, periodo rítmico = troqueo + dáctilo, y periodo de enlace formado por un troqueo. Ejemplo:


    Allí la altiva palmera [o] óo óoo óo

    José Zorrilla (1817-1893)

    4) El tipo mixto B, con acentos en 2ª, 5ª y 7ª y estructura rítmica como el anterior excepto en el orden de los pies en el periodo rítmico, dáctilo + troqueo en este caso. Ejemplo:

    Y dándole su caballo [o] óoo óo óo

    5) Sólo un acento en 7ª, que con acentos supletorios en la declamación puede revertir al trocaico. Ejemplo:

    y sin conmiseraciones

    Estos son los tipos principales, pero, bien por la existencia de otros acentos de los mencionados, bien por la distinta posición del acento dentro de las palabras que lo contienen, la variación puede ser mucho mayor. En este sentido R. Baehr afirma que T. Navarro demostró la existencia de hasta sesenta y cuatro variantes prosódicas del octosílabo, que se reducen a los tipos rítmicos anteriores, especialmente a los cuatro primeros.

    El uso habitual de los distintos tipos de octosílabo es mezclado, es decir, en versificación poliritmica, como, por lo demás, suele ser también habitual con otros tipos de versos. No obstante algunos tratadistas atribuyen ciertas especificidades para el uso de los distintos tipos, y así dicen que el tipo trocaico, lento y equilibrado, va bien para narraciones no muy emotivas y para temas líricos; el tipo dactílico “ da impresión de energía e inquietud” y por ello es apto para exclamaciones enfáticas, emociones agitadas, y momentos dramáticos; los mixtos, más flexibles sirven para el diálogo, el teatro, parlamentos largos, etc.

    Desde el punto de vista histórico algunos hacen proceder el octosílabo del tetrámetro trocaico de la antigüedad latina, que ya los soldados romanos usaban en las canciones satíricas y consta su uso abundante en el latín medieval. En lo que se refiere al octosílabo en castellano hay fuerte discusión entre los que lo quieren hacer proceder de fuentes provenzales o francesas y los que lo reclaman como verso autóctono. Esta última hipótesis ha sido probada de manera casi irrefutable por los estudios de Menéndez Pidal y los análisis rítmicos de Tomás Navarro, de manera que es hoy día la opinión más fundada desde el punto de vista científico.

    El octosílabo es uno de los tipos de verso más antiguos que se conoce en castellano, desde las jarchas de los siglos XI y XII y goza de extraordinaria vitalidad en todas las épocas de su historia tanto en la poesía lírica como en la épica, el teatro en verso, etc y ni la irrupción de formas italianizantes como el endecasílabo o el heptasílabo han llegado a erosionar su vigor ni su popularidad. Las distintas movimientos poéticos (neoclasicismo, romanticismo, modernismo, generación del 27), lo han admitido y lo admiten sin problemas hasta hoy. Ha sido la herramienta segura de poetas, letristas, y de la vena popular, hasta el punto de hacerme reiterar la afirmación del principio:

    el octosílabo es el verso español por excelencia​
    .


    4. Bibliografía.

    Las presentes aportaciones teóricas sobre los versos españoles de arte menor se han basado por orden de importancia en la siguiente bibliografía:

    Rudolph Baehr – Manual de versificación española. Editorial Gredos - 1ª edición, 1970, 5ª reimpresión.

    Antonio Quilis – Métrica española. Editorial Ariel 1ª edición corregida y aumentada 1984 18ª impresión 2007.

    José Domínguez Caparrós – Diccionario de Métrica Española. Alianza Editorial. 2ª edición Primera reimpresión revisada. 2004.

    José Domínguez Caparrós – Métrica Española. Editorial Síntesis. 2ª edición revisada 2000, 1ª reimpresión 2006.
     
    #1
  2. cesarfco.cd

    cesarfco.cd Corrector Corrector/a

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    Gracias Francisco.

    Estudiaré estas lecciones para mejorar en la medida de lo posible.

    Saludos.
     
    #2
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  3. Francisco Redondo Benito

    Francisco Redondo Benito Moderador/enseñante del subforo de MÉTRICA y RIMA

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    Espero que te sirvan.

    Un saludo,
     
    #3
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  4. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Hoy he pasado un rato
    revisando este tema
    pues tengo por sistema
    no despreciar ni un plato
    y menos si es tan grato.

    Un rato entretenido
    y de amena lección.
    El que tenga afición
    encontrará buen nido
    para un verso pulido.

    [​IMG]
     
    #4
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  5. Francisco Redondo Benito

    Francisco Redondo Benito Moderador/enseñante del subforo de MÉTRICA y RIMA

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    Gracias Maramin, haces que uno no se sienta solo, con esa facilidad que tienes para el verso.

    Un abrazo,
     
    #5
  6. Raúl Rouco

    Raúl Rouco Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Amigo Francisco, estoy encantado con tus explicaciones y quiero dejar constancia de mi agradecimiento. El tema expuesto aquí me está ayudando mucho a ampliar mis conocimientos (escasos) sobre los distintos tipos de versos que casi no conocía. Gracias nuevamente, enhorabuena por tus magistrales enseñanzas, me las estudiaré todas. Un fuerte abrazo, mi querido amigo

    Raúl
     
    #6
  7. Cisne

    Cisne Invitado

    ntesis. 2ª edición revisada 2000, 1ª reimpresión









    Francisco
    Gracias por este aporte que sirve en todo tiempo
    me pondré a estudiar
    un saludo cordial
    Ana
     
    #7
  8. Cisne

    Cisne Invitado

    ntesis. 2ª edición revisada 2000, 1ª reimpresión









    Francisco
    Gracias por este aporte que sirve en todo tiempo
    me pondré a estudiar
    un saludo cordial
    Ana
     
    #8
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