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La escalera

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por mAiKy_rOcK, 6 de Enero de 2006. Respuestas: 1 | Visitas: 976

  1. mAiKy_rOcK

    mAiKy_rOcK Poeta recién llegado

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    La escalera

    No quería subir, ya que hacían tres días el elevador del Regency Park había muerto y tenía que utilizar aquellas lóbregas, ermitañas e inolvidables escaleras. Pero Lydia me estaba esperando en el apartamento 87 del tercer piso, ella había sido mi mejor amiga desde que ingresamos a la Universidad y llevaba días insistiendo para que asistiera a la celebración de los 18 de su hermano Martin. Ya había hecho ese compromiso con ella, por tal razón, aunque yo tenía los nervios de punta me armé de valentía y con mis manos temblorosas, abrí la puerta, comenzando a subir uno, dos, tres escalones, sentía vértigos, escalofríos, energúmenos sístoles herían cada fibra mi corazón, súbitamente una especie de quimera dominaba mi mente. Desarraigándome de la realidad. Comencé a ver unas sombras que se acercaban más y más a mí, hasta que un destello de luz reflejó su rostro. Era Martin, con su cuerpo mesomorfo, su piel nívea, sus cabellos rizados y áureos. Mientras me embelezaba con su mirada hedonista. Acariciaba mi tez y mis labios con sus efusivas manos hasta caldear mi cuerpo. Yo en pleno deseo rozaba mis dedos entre sus cabellos y en suma tentación bajé su cremallera sintiendo y palpando su erguida virilidad. Mientras él frutaba sus manos sobre mi pecho e intentaba catar mi paladar. El temor me dominaba y opté por negarme, pues nunca antes habían catado mis labios y mucho menos mi paladar. El insistió e insistió. Yo me alejé, mientras él desahuciado me miraba con una mirada tierna Mis ojos estaban empanados en lágrimas, él se acercó y mirándome fijamente me dijo que aun así me quería, que el tiempo iba a cortar mi miedo a que el catara mis labios.

    Estoicamente, continué subiendo escalones hasta llegar a la segunda planta. Haciéndose visibles los detalles artísticos que rodeaban las paredes de las escaleras, los cuales nunca antes había podido apreciar por la oscuridad que atormentaba ese enorme precipicio hasta el vigésimo piso. Me detuve. Y observé detalladamente cada obra artística, las cuales cobraron vida y comenzaron a acercarse a mí, carcajeándose y mofándose a mis oídos.

    Envolviéndome en el terror y en la paranoia al escuchar dentro de cada susurro los ecos de la voz de Martin musitar “Te quiero, quiero, quiero…Bésame, bésame, bésame…” En desesperación subí hasta la tercera planta cayendo de rodillas al suelo frente a la puerta de salida a los apartamentos. Aun escuchaba los susurros de Martin en mis oídos. “Te quiero, quiero, quiero…Bésame, bésame, bésame…” Entonces mi mente comenzó evocar, a evocar y a evocar… “Martin llegó a mi cuando mi corazón estaba falto de amor. Martin me llamaba al celular todas las noche y decía que me quería, Martin bajaba de la Superior a la Universidad todos los martes y jueves en la tardes y me esperaba ansioso en los banquitos traseros del edificio de Adimistración, luego nos sigilábamos una, dos, tres,… veces entre las tinieblas de las escaleras del Regency Park, el cual quedaba a pasos de la Universidad, para saciar nuestra prohibida pasión, Martin despertó el deseo oculto que había en mi cuerpo y me dejó con las ansias famélicas, Martin incito sutilmente a que me aferrara a él, dejándome apenas con el corazón ilusionado, dejándome en la insipidez de un mundo acromático, dejando mi cuerpo bañado en un mar de sangre, Martin me sedujo a seguir los sentidos laicos, a embelezarme por las caricias de Astoret, a errar contra la moral, contra mis creencias y a ocultarme para no sentir las puñaladas de la sociedad. ”

    Y ya delirando, entre sollozos y gemidos. Comencé a padecer de ecolalia “MARTIN…MARtin…Martin…” Hasta ecuchar una voz dulce que con preocupación musitaba a lo lejos “¿Joven? …¿Joven? … ¿Estas bien?…” Desperté repentinamente de la utopía en la que me encontraba, al sentir las manos sobre mi hombro de aquella humilde anciana que bajaba del cuarto piso. Yo me encontraba en el suelo, con mis ojos bañados en lágrimas. Con firmeza, me puse en pie. La anciana intento consolarme, secó mis lágrimas y se alejó, no sin antes brindarme una sonrisa. Eso me llenó de ánimos y decidí abrir la puerta, comenzando a caminar por aquel eterno pasillo hasta llegar al apartamento 87. Toqué, recibiendo abrazos y besos de Lydia y de todos aquellos que me conocían. De todos, excepto de Martin, él sólo me brindó una sonrisa pasajera, e hipócrita. Haciendo de mí un ser invisible durante toda la noche. Decidí buscar un método evasivo pues me encontraba en un sumo despecho. Me acerqué a Martin, él intento evadirme, pero yo lo arribé hacia mí, lo felicité. Él quedó como un desierto, como una tumba. Lo llevé agresivamente a la terraza y mirándolo fijamente a los ojos, saboreé cada detalle de su paladar, sonreí y dejé volar mi espíritu frente aquel precipicio, sintiendo la catarsis de mi alma y el bálsamo de todos mis despechos, tras las frías caricias del viento. Olvidando así a Martin y todo lo acontecido en aquellas escaleras del Recency Park.


    30 -31diciembre 2005 - 3 enero 2006
     
    #1
  2. Gloryvel

    Gloryvel Poeta adicto al portal

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    Maiky para mi es un gusto volver a leerte y hoy en esta agradable historia en el Regency Park :wink: . Vaya chico, pero que agrasividad..... pero te resulto. Primero no querias subir y luego no querias bajar, jajaja. Saludos amigo.
     
    #2

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